Un récord de 134.000 hinchas
El Escocia-Inglaterra de 1968 registró el aforo máximo en un partido de Eurocopa. Correspondía a la tercera edición, primera a la que se apuntaron los británicos.
Ahora que tanto hablamos de cuántos espectadores acuden a los partidos de la Eurocopa recuerdo el que estableció un récord imbatible en ese sentido: el Escocia-Inglaterra de 24 de febrero de 1968. Correspondía a la tercera edición, primera a la que se apuntaron los británicos, y en España lo vimos en directo por televisión porque de él iba a salir nuestro rival en octavos. El viejo Hampden Park de Glasgow reunió a 134.000 espectadores.
Ahora que tanto hablamos de cuántos espectadores acuden a los partidos de la Eurocopa recuerdo el que estableció un récord imbatible en ese sentido: el Escocia-Inglaterra de 24 de febrero de 1968. Correspondía a la tercera edición, primera a la que se apuntaron los británicos, y en España lo vimos en directo por televisión porque de él iba a salir nuestro rival en octavos. El viejo Hampden Park de Glasgow reunió a 134.000 espectadores.
Acudieron a la tercera edición porque la UEFA aceptó que el campeonato británico sirviera como un grupo más de la fase previa del que saliera un clasificado para octavos de final. El British Home se jugaba a una sola vuelta, como aún es el Seis Naciones de rugby. Para que cuadrara en una liguilla completa se utilizaron dos ediciones, la de 1967 y la de 1968. Favoritos eran siempre Inglaterra y Escocia. Gales e Irlanda del Norte, pocas veces consiguieron ganarlo.
Inglaterra y Escocia se enfrentaron en Wembley, el 14 de abril de 1967, y los escoceses, que tenían un gran equipo (ese año ganaría el Celtic la Copa de Europa, y además tenían a Denis Law, del Manchester United, Balón de Oro de 1964) se anotaron una victoria espectacular, por 2-3. El eco fue tremendo, porque Inglaterra había ganado el Mundial de 1966. Tras batirles en Wembley y ganar el British Home, se sintieron campeones del mundo.
Pero eso no les daba entrada en la Eurocopa. Había que esperar al British Home siguiente, el de 1968, y sumar los puntos de los dos. A los escoceses se les complicó la cosa con una insólita derrota en Belfast, de modo que cuando recibieron a Inglaterra el 24 de febrero de 1968, tenían que ganar. Un empate le valía a Inglaterra para tener la plaza.
España, por su lado, había salido adelante milagrosamente de un grupo con Checoslovaquia, la República de Irlanda y Turquía. El seleccionador, Balmanya, alteró continuamente el equipo, pero siempre jugando con tanta cautela que aquella fue conocida como la Selección del Miedo. Ya nos dábamos por eliminados, Balmanya, había dimitido y firmado como secretario técnico por el Barça, cuando en el cierre de grupo Checoslovaquia cayó increíblemente en Praga ante los irlandeses, por 1-2. Eso nos clasificó de rebote y el sorteo nos emparejó con el ganador del grupo británico.
Así que todos a verlo por la tele. El partido se vivió con un ambiente tremendo, a lo que contribuyó no poco que los ingleses se hubieran puesto a hablar ya de fechas con España y que un periodista de Londres se retratara para su periódico con un casco a la llegada a Escocia, recomendando a todos los ingleses que viajaran que se proveyeran de uno.
A Escocia le pilló sin sus tres mejores jugadores: el medio Jim Baxter, el pequeñísimo extremo pelirrojo del Celtic, Jimmy Johnstone, y el célebre Dennis Law. El primero y el último jugaban en Inglaterra y el aficionado escocés dio por descontado que sus clubes no les habían dejado viajar pretextando lesiones que eran menores.
Hampden Park estaba a reventar, con 134.000 espectadores y abundancia de perros-policía, cosa que aquí impresionó. En aquella inmensa caldera hubo poco juego y mucha leña. Se adelantó Inglaterra, empató Escocia y al 1-1 final siguió un epílogo con 30 heridos y numerosos detenidos. Los tumultos en la estación para el embarque de regreso a Inglaterra fueron tremendos.
Así que Inglaterra-España, a ida y vuelta. Unos octavos de tronío, porque eran las campeonas vigentes del mundo y Europa. Sólo que Inglaterra mantenía ocho titulares de su equipo campeón, y España sólo dos, Zoco y Amancio. Pero allí perdimos por un gol, y muy al final. Eso dio fe. Y ocurrió que entre la ida y la vuelta Massiel ganó Eurovisión con el La-la-lá, provocando enorme euforia nacional. Como lo había ganado en Londres y batiendo por un punto al inglés Cliff Richards, fue un chute para el partido de vuelta. La víspera los once titulares se retrataron en el pinar de la Berzosa con el chándal oficial, formados ordenadamente, como en las fotos pre partido, con una pancarta que rezaba: "Con nuestra furia y coraje/ tenemos que ganar/ porque bordamos el fútbol/ y también el La-la-lá".
Llegamos con euforia al Bernabéu. Balmanya alineó seis madridistas para contribuir a ello. El La-la-lá tronó en los primeros minutos. Pero a medida que los de Bobby Charlton se iban haciendo con el balón, se empezó a oír menos. Cuando se lesionó nuestro central, Gallego, y tuvo que ponerse en la delantera, todo optimismo se esfumó. Ganó Inglaterra 1-2 y ahí terminó nuestra tercera Eurocopa.