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Milagro económico de Núñez

El presidente rescató al Barça con acuerdos con Coca-Cola, TV3, Nike...

Josep Lluís Núñez, en una asamblea de compromisarios del Barcelona en febrero de 1998.
TEJEDERAS CHACÓN

En 1978, como presidente del Barcelona, José Luis Núñez heredó de Montal una deuda de 777 millones de pesetas, equivalente al presupuesto anual. Todo el mundo se preguntó cómo haría frente a aquello. En su primera asamblea, 17 de agosto de 1978, propuso apelar a la solidaridad de los abonados y cobrarles una anualidad por anticipado con garantía de devolución en los cinco años siguientes. Se aprobó, pero condicionado a la voluntariedad de cada cual, y fue un éxito: aceptó un 95,3% de los abonados. Un año más tarde, y tras la conquista de la Recopa de Basilea en el primer año de Núñez, un 82% renunció a recuperar lo adelantado.

Intentó renegociar con los dos anunciantes en la estática del Camp Nou, Pepsi Cola y San Miguel, a los que quedaba un año. Como se negaron, Núñez comprometió para el futuro por una cantidad mayor a Coca-Cola y Damm, a los que además sacó un año a fondo perdido por adelantado. En eso fue decisivo Joan Gaspart, cuya empresa llevaba los bares de los aeropuertos. Para Coca-Cola era importante estar ahí, y de no haber aceptado los aeropuertos hubieran sido para Pepsi. También alcanzó un acuerdo con Meyba como proveedor de la ropa del club. La federación prohibía logos publicitarios en la ropa, pero Núñez metió Meyba en la estática del estadio y en los anuncios de los partidos del club en prensa, hoy desaparecidos, para asociar así la marca al club.

En 1978, como presidente del Barcelona, José Luis Núñez heredó de Montal una deuda de 777 millones de pesetas, equivalente al presupuesto anual. Todo el mundo se preguntó cómo haría frente a aquello. En su primera asamblea, 17 de agosto de 1978, propuso apelar a la solidaridad de los abonados y cobrarles una anualidad por anticipado con garantía de devolución en los cinco años siguientes. Se aprobó, pero condicionado a la voluntariedad de cada cual, y fue un éxito: aceptó un 95,3% de los abonados. Un año más tarde, y tras la conquista de la Recopa de Basilea en el primer año de Núñez, un 82% renunció a recuperar lo adelantado.

Intentó renegociar con los dos anunciantes en la estática del Camp Nou, Pepsi Cola y San Miguel, a los que quedaba un año. Como se negaron, Núñez comprometió para el futuro por una cantidad mayor a Coca-Cola y Damm, a los que además sacó un año a fondo perdido por adelantado. En eso fue decisivo Joan Gaspart, cuya empresa llevaba los bares de los aeropuertos. Para Coca-Cola era importante estar ahí, y de no haber aceptado los aeropuertos hubieran sido para Pepsi. También alcanzó un acuerdo con Meyba como proveedor de la ropa del club. La federación prohibía logos publicitarios en la ropa, pero Núñez metió Meyba en la estática del estadio y en los anuncios de los partidos del club en prensa, hoy desaparecidos, para asociar así la marca al club.

Paralelamente, cerró un acuerdo con TV3 que agrupó partidos de las secciones, amistosos de fútbol, el Gamper y el compromiso de presencia de los jugadores del Barça en programas del canal. La cantidad nunca estuvo clara. Solo trascendió que la publicidad de los programas se repartiría entre las dos entidades.

Otro éxito temprano fue la ampliación del estadio, elevando una tercera galería en los dos fondos y la lateral frente a la tribuna cubierta. Eso significaba 22.000 localidades más. Núñez consiguió que la obra fuese pagada íntegramente por el Banco de Occidente, a cambio de que los abonados a las nuevas localidades tuvieran que pagar su carné a través de esa entidad. Si quedaban abonos por plazas sin abonar, la venta de las entradas sobrantes sería para el banco. No se dio el caso, porque se cubrieron todas. El banco obtuvo 22.000 clientes y el Barça la recaudación, año a año, de 22.000 nuevos abonados.

El arranque de Núñez fue una auténtica blitzkrieg económica, pero los éxitos deportivos no abundaron y el gasto en fichajes para renovar el equipo era incesante, dentro de una carrera desbocada de inflación en el fútbol. Baste un dato: en 1980 Alexanko costó lo mismo que Cruyff siete años antes, 100 millones.

En 1988, TV3 echó otra mano a Núñez firmándole un contrato de 2.000 millones por amistosos en el extranjero, que le permitió rehacer el equipo tras el motín del Hesperia. Gracias a esa inyección contrató a Cruyff como entrenador y trajo a los Bakero, Begiristain, López Rekarte, Salinas, Eusebio… Aun con esa nueva inyección, el año siguiente tuvo que hacer una enredosa operación de leasing para contratar a Koeman. En 1998 tuvo otro cohete con el acuerdo de 20.000 millones por 10 años con Nike, para lo que tuvo que indemnizar a Kappa, a la que quedaba un año.

Cada año Núñez presumía de superávit, tanto que en plan sorna se llegó a hablar del nuñezávit. Creó patrimonio (el Miniestadi, La Masia, los terrenos de la nueva ciudad deportiva…), ese fue su gran legado. Pero la inflación del fútbol y del baloncesto, que disparó él en su batalla al Madrid, le llevaron a remolque. Al llegar Laporta en 2003, tras el puente de Gaspart, tuvo que hacer frente a una deuda equivalente al 40% del presupuesto del año, procedente del compromiso incumplido del club de hacerse cargo de los pagos a Hacienda de los jugadores.

Corolario: el fútbol se come las mejores ideas. Pero mejor tenerlas que no tenerlas.