Viñales se reivindica en Qatar: cuando ser el mejor no es ser perfecto
Una nueva mentalidad forja en Viñales un valiosísimo triunfo sobre las Ducati en el primer gran premio de la temporada de MotoGP.
Que levante la mano quien ayer se acordó de Marc Márquez en el primer premio de MotoGP. Creo que fuimos todos los que, inconscientemente o no, le buscamos en la parrilla de la salida, en los gráficos y en las espectaculares promos que se habían preparado para la gran ocasión. Marc no estuvo y, pese a ello, la carrera no defraudó y estuvo llena de grandes momentos que pusieron las bases de lo que promete ser una gran temporada.
La guinda del pastel la puso Viñales, que no ha esperado ni una carrera para reivindicarse como el excelente corredor que es y quitarse -esperemos- algo más que una espinita. Tras una salida bastante regular, logró remontar desde la octava plaza hasta el primer puesto de un disputadísimo podio que Zarco y Bagnaia arrebataron en el último suspiro a un más que esmerado Mir.
En Qatar todos los equipos y sus pilotos destaparon sus cartas. No es MotoGP una competición en la que reservar nada para el final. El tablero ya saltará por los aires cuando Márquez regrese (crucemos los dedos). Por el momento, ya hemos visto que las Ducati no corren, vuelan. Y que ninguna previsión de salida se cumple a rajatabla, por lo que conviene más que nunca ser un piloto capaz de adaptarse a los giros inesperados, que uno que se prepara solo para hacer una carrera perfecta.
La calidad de los pilotos de MotoGP brinda pocas oportunidades a la perfección y la carrera de ayer fue un buen ejemplo. Ser el mejor no siempre te lleva al podio. Ser el más flexible y versátil, sí. Un mantra que seguramente ha instalado Maverick Viñales esta temporada en su mentalidad, reconvertido en un piloto más maduro, completo y tenaz ante la adversidad. Un enfoque que, en su momento, también adoptó el propio Márquez.
El deportista de elite busca, casi por defecto, por impulso innato, la perfección. Sin embargo, no es la perfección, sino la excelencia, el camino más corto hacia la victoria. A menudo, la perfección nos impide ver con claridad todas las opciones que tenemos para solucionar una situación con éxito. Algo que ensombreció la temporada anterior del catalán. Desde la perfección nuestra mente y nuestro cuerpo se vuelven rígidos y por tanto frágiles, incapaces de adaptarse a las circunstancias. Solo enfocadas en el acierto o el fallo. A fin de cuentas, enfocadas únicamente en el resultado.
Por MotoGP han pasado corredores extraordinarios. Pero muchos de ellos no han entendido que la carrera no va de correr más rápido, va de competir por serlo. Ser un piloto capaz de resetear la carrera cuando esta se tuerce en algún momento y reenfocar el objetivo es lo que ayer convirtió a Viñales en un campeón más fiable que el año pasado. Si MotoGP fuera solo de correr rápido, nadie tosería a las Ducati. Pero MotoGP es otra cosa y Maverick ayer resolvió el gran premio de manera excelente -no perfecta- una carrera que sin la mentalidad correcta pudo haber sido otra historia.
Que la práctica lleva a la perfección, eso es incuestionable. Nadie puede negar que la práctica es la vía necesaria para adquirir la excelencia en un ámbito o disciplina. Pero no toda práctica lleva a la perfección y tampoco enfocarse en la perfección es la mejor práctica en el camino hacia el éxito y el máximo rendimiento.
La clave está en la forma que recorremos este camino, con un plan, sí, pero atentos, concentrados. Abiertos para que ante cualquier imprevisto sepamos adaptarnos y plantear un plan B, C o D valorando las diferentes alternativas, como hizo ayer Viñales, confiando en su capacidad de adaptación y permitiendo que el cuerpo ejecute lo que ha aprendido durante los entrenamientos.
Querer que todo sea perfecto puede llevarnos al desgaste y a la extenuación. Incluso a entrar en la espiral del reproche y la culpa cuando las cosas no salen bien. También al error o la caída (y si no que se lo digan al Márquez de hace un par de temporadas).
Maverick quiso ser perfecto la temporada pasada, y otros, como Mir, fueron más flexibles y, en consecuencia, más fiables. Porque ser perfectos no invalida que otros lo sean o lo intenten ser y MotoGP no es una carrera en la que el piloto corre solo, es una competición. Saber remontar es tan necesario como saber acelerar y en ese contexto, saber gestionar el estrés y la ansiedad durante la competición, como te muestro en este artículo, es clave.
La victoria de ayer de Viñales, pese a no partir como favorito, no fue casualidad. ¿Inesperada? Quizá. Pero no sorprende. Supo actuar con calma y esperar el momento adecuado para responder, algo que distingue a los campeones que saben competir en circunstancias difíciles. También lo fue pensar no solo como piloto, sino como equipo, algo que ya es una realidad en Maverick. Un cambio de mentalidad que le hizo ser más rápido que las endiabladas Ducati y un serio candidato al título que recién arranca.