Ray Zapata no pierde el tren: la historia detrás de la gran promesa
A Zapata ‘todo el mundo’ le decía: demasiado mayor para empezar a competir. Todos menos uno, Gervasio Deferr.
Ray Zapata llegaba tarde. O, al menos, es lo que ‘todo el mundo’ le decía: demasiado mayor para empezar a competir. Todos menos quien realmente sabe reconocer a un deportista excepcional cuando lo tiene delante: otro gran deportista, como Gervasio Deferr.
A Ray Zapata le pasó. Tuvo la suerte de contar con el apoyo de Deferr y también de Víctor Cano, dos de nuestros grandes deportistas olímpicos. Con su respaldo y el de su club, pudo llegar al CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Barcelona. No lo había conseguido en Madrid, donde le dijeron que no por tener 17 años. Pero ‘no’, no es suficiente para detener a un espíritu inquieto como el suyo.
Llegaba tarde (¿sí? ¿seguro?), pero lo que no sabían es que a Ray le gusta llegar lejos.
Activo, inquieto, impaciente y travieso, aún queda mucho de ese Ray en el deportista que hoy nos ha devuelto las ganas de soñar con una medalla olímpica en gimnasia artística.
Una energía arrolladora que ha sabido canalizar a través de un deporte del que se enganchó siendo un niño, cuando veía clavarse en el suelo a quien años después sería su mentor: el mismo Gervasio Deferr.
Enseguida llegaron los resultados. Años de trabajo intenso que colocaron a Ray en el lugar con el que había soñado desde niño.
Unos quieren ser médico, otros bombero o astronauta. Ray quería ir a unos JJOO y lo consiguió: sueño cumplido. Fue en los Juegos Olímpicos de Río, en 2016, un torbellino de emociones para un, como se define, ‘recién llegado’.
La presión estaba a su alrededor, pero quizá no la percibía. Para él era una novedad y tuvo que lidiar con las expectativas de quienes ya le daban por ganador.
De aquel Ray de Río al que hoy se prepara para ir a Tokio hay un sinfín de aprendizajes y lecciones que le han servido para modelar sus virtudes y trabajar sus defectos. Transformando esa energía desbordada y desbordante en autocontrol e inteligencia.
Un Ray más calculador, pero igual de ambicioso y con ese puntito de impaciencia innata que, con los años y la experiencia, ha canalizado con inteligencia:
“Ahora soy un gimnasta más maduro e inteligente. Antes pensaba que hacer más era mejor. Estaba muy descontrolado. Siempre quería más, más, más, más. Ahora sé que no cualquier riesgo compensa. Si quieres arriesgar, hazlo de forma inteligente”, comparte.
Hoy quiero compartir un encuentro inédito con un deportista imparable e irrepetible al que sigo y admiro: Ray Zapata.
Algo más que una promesa: un gimnasta único que ha venido para “hacer grandes cosas y seguir inventando nuevos elementos”.