Juan Lebrón, no existe un jugador igual
El gaditano, actual número uno del mundo, ha alcanzado el nivel que desde menores estaba llamado a lograr y ya domina el pádel mundial.
No hay un jugador igual. Tan cierto como manido, este mantra que, en muchas ocasiones, es aplicado con precipitación en el deporte para augurar la eclosión de una joven promesa por despuntar ha alcanzado su máxima expresión en el mundo del pádel en una figura: Juan Lebrón Chincoa.
Porque hablar de Juan Lebrón es, a día de hoy, hacerlo del número uno del World Padel Tour. El gaditano ha llegado a lo más alto de la cima del pádel mundial confirmando lo que muchos apuntaban desde su caminar por las diferentes etapas de menores por unas condiciones innatas para esgrimir la pala de pádel y que ya incluímos ' La Dormilona' en el top-5 de jóvenes llamados a liderar el pádel mundial en 2017.
Precoz en el despunte, Lebrón estaba llamado a ser la ‘new wave’ del pádel español. Quizá, para algunos, incluso a liderarla. Difícil es ahora descifrar quién sabía hasta dónde podía llegar ese gaditano de cuerpo delgado y actitud confiante, pero la pista, juez imparcial donde los haya, le ha llevado al lugar que la realidad le deparaba.
Y es que desde muy joven empezaría a maravillar en el circuito, pero quizá con más tendencia al ‘highlight’, a los golpes imposibles y al qué dirán que a la regularidad necesaria para sumar esa consistencia indispensable en un deporte que hoy en día es voraz con los poco trabajadores, poco agraciado con los esmerados y exigente al máximo con cada todo aquel que quiere dedicar su vida al profesionalismo.
Su carácter irreverente, en algunos casos, y tendente a la ignición ponía muchas dudas en un jugador que, para muchos expertos, lo tenía todo para llegar a ser lo que él quisiera. Su único límite sería él mismo y, quizá, esa era la mayor de sus incertidumbres. Los genios empiezan y acaban solo dónde y cuándo ellas deciden, porque solo ellos son dueños de sus destinos.
Pero Lebrón está hecho de otro material. A veces, incluso, de aquel con el que se fabrican los sueños. Su evolución en la pista, su crecimiento profesional y su búsqueda constante -la profesionalización- de la perfección en el deporte para el que ha nacido le han convertido en lo que, para gusto de muchos, es a día de hoy: el mejor jugador de pádel del mundo.
Un cambio que, tras haber aprendido de jugadores –y qué jugadores- como Reca, Jardim o Allemandi, comenzaría de la mano de Juan Cruz Belluati en una temporada 2018 en la que ya comenzó a dejar ver para el gran público esas notas discordantes de lo que podía llegar a ofrecer dentro de una pista.
Pero el paso definitivo llegaría en 2019. De la mano de Paquito Navarro, el jugador referente del pádel español en la última década y gran modelo a seguir, iba a asumir un nuevo rol en la pista –el de drive- para alcanzar lo más alto del World Padel Tour, acaparar todos los focos, popularizarse por medio mundo al grito unánime de “Auuuuuuuu” y cuajar de forma conjunta una temporada que es ya historia del deporte español.
Desde entonces, Lebrón es otro. Es un jugador único, diferente y diferencial que ha conseguido reinventar el paradigma del derecha en el pádel –solo Sanyo Gutiérrez aguanta la comparación- cambiando por completo los conceptos preestablecidos desde ese sector de la pista. El drive no solo defiende, prepara y ata al revés, sino que puede ser un jugador tan ofensivo como su propio compañero.
Porque Juan defiende como pocos. Su capacidad de trabajo, la precisión de sus tiros y la velocidad de piernas con la que se mueve en el fondo de pista le convierten en un jugador muy, muy difícil de desbordar. En muchas circunstancias de los partidos asume el rol defensor, lo airea con orgullo y, además, sale victorioso en la mayoría de las contiendas.
Pero, además, mejora cuantos más metros toma en la pista. Veloz y rápido en la transición, volea tan fino como firme para hacer de sus ataques respuestas hilvanadas a las maniobras de los rivales. Quizá no es el jugador que mejor volea –y quizá tenga al compañero que sí lo hace, Ale Galán-, pero es uno de los que mejor entiende el juego de voleas y la aplicación de la estrategia.
Y por si fuera poco, el resto ya es cosa de gracia. El remate, la definición o como se quiera llamar ha alcanzado un nivel nuevo con Lebrón. No existe un rematador en el circuito profesional como él. Gustos aparte, su capacidad para definir desde cualquier centímetro de la pista y en cualquier acrobacia física trasciende lo que hasta el momento se había visto sobre el 20x10. Sorprende a público, compañeros y rivales.
Un Lebrón que lleva un 2020 para enmarcar –queda, esperemos, aún mucha temporada- con tres títulos conjuntos en el Madrid Arena junto a Ale Galán, el primer puesto del Race 2020 y esa sensación que comienza a tomar el pádel que, junto al buen hacer de su equipo de trabajo en la Academia M3 y su entrenador Mariano Mat, ambos parecen estar llamados a dominar una nueva era.
Porque Lebrón está inmerso en un interesante proceso de madurez profesional del cuál desconocemos cuál es el techo. Pero lo que ya es seguro es que, como comentaban desde hace muchos años dentro del circuito, incluso alguna de las mayores estrellas que ha dado este deporte, no existe un jugador igual a Juan Lebrón.