¿Garrapatas? No gracias…
Este año parece que toda prevención es poca. Se han encadenado circunstancias que han favorecido la explosión demográfica de las garrapatas.
La otra tarde, coincidiendo con la festividad en Madrid de San Isidro Labrador, mi sobrina pequeña me pidió que fuésemos a dar un paseo por el campo con su cachorro de dos meses, un inteligentísimo Border Collie, que responde al nombre de “sugar”. Una preciosa bola de pelo que parece tener por dientes una grapadora…
Perro, sobrina y una servidora, prismático en mano, decidimos salir con ganas de poder avistar algún corzo.
Le explico a la niña: a la derecha barbecho, a la izquierda, trigo, de frente, un olivar. Cuando no he terminado la frase, noto como un pequeño ácaro de cuerpo oval de unos 6 mm de longitud, sube a toda prisa por mi pierna derecha ¡Garrapatas!
Este año parece que toda prevención es poca. Se han encadenado circunstancias que han favorecido la explosión demográfica de las garrapatas.
Las garrapatas se encuentran en el suelo, en zonas de vegetación, ocultas entre la hierba o los arbustos. Entre las distintas especies que existen, cada una se decanta por hábitats específicos.
Unas prefieren zonas boscosas, otras eligen entornos secos, las hay que se instalan en dehesas y también encontramos las más oportunistas, que se han habituado a las madrigueras de sus hospedadores o a las perreras.
La época en la que nos encontramos es la más activa para estos parásitos. Los meses de calor, desde primavera hasta otoño, son los que debemos mantenernos más alerta.
Su modus operandi suele consistir en pasar de la vegetación en la que encuentran a un huésped. Escalan por su cuerpo hasta encontrar una zona desde la que pueden acceder fácilmente a su alimento, la sangre.
Suelen preferir áreas calientes y húmedas, pero emplean, según los expertos, unas horas en encontrar esta zona propicia, por lo que, antes de que piquen, disponemos de suficiente margen para intentar detectarlas.
Las buscaremos por toda la superficie corporal, poniendo especial atención en las zonas ventrales y de piel fina, como la región facial, orejas, axilas, espacios interdigitales, región inguinal y perianal.
Estos animales cuentan con unas defensas anti detección muy eficientes. Su saliva contiene antihistamínicos, anticoagulantes y otros inhibidores. Con estas armas, la garrapata evita que la herida que produce cuando lleva a cabo su picadura a través de la piel comience el proceso de curación.
Una de las recomendaciones más repetidas por los expertos es que utilicemos ropa adecuada.
Supongo que podéis imaginar cómo llegó el pequeño cachorro de garrapatas… Nuestros perros son hospedadores tradicionales de garrapatas. En estos meses hay que guardar mucho cuidado y poner en marcha las estrategias de prevención más convenientes.
Para el control de todas las enfermedades que trasmiten las garrapatas es vital la prevención para que el perro no entre en contacto con el agente que vincula dichas enfermedades. Por ello es importante combatir su llegada hasta nuestro perro, y en nuestras manos está el llevarlo a cabo para combatir esta parasitosis de importancia para la salud del perro de caza y, por ende, para nuestra actividad como cazadores.
Para tratar a nuestros fieles compañeros de caza, tenemos diferentes métodos o tratamientos:
Lo dicho: ¡Cuidado con las garrapatas! Y disfrutad del campo y la naturaleza.