Perros de caza, el verano y las espigas
El verano tiene sus peligros para nuestros perros de caza, y uno de los mayores que podemos encontrar son las espigas de las hierbas.
Las temperaturas han subido y la naturaleza está empezando a agostarse. Llevamos menos ropa y estamos deseando pasar tiempo al aire libre con nuestros perros, así que nos lanzamos al campo para disfrutar un rato paseando y jugando con ellos.
Pero el verano tiene sus peligros para nuestros perros de caza, y uno de los mayores que podemos encontrar son las espigas de las hierbas. En periodo de media veda hay que tener especial cuidado.
Las espigas son las semillas de los cereales envueltas en una vaina dura y alargada, terminada en una punta aguda rodeada de pelillos que crecen en una sola dirección, de forma que una vez que la espiga está sobre cualquier superficie sólo puede desplazarse hacia delante, facilitando que su punta se hinque en ella. Las hay de muchos tamaños, algunas tan pequeñas que son más fáciles de detectar mediante el tacto que a simple vista.
El momento más peligroso para nuestros fieles compañeros de caza comienza cuando las hierbas y malezas empiezan a amarillear, que es cuando las espigas están listas para soltarse por el viento.
Y la mejor estrategia para lidiar con ellas es la prevención, por eso lo más conveniente es huir de las zonas de hierbas crecidas siempre que podamos. En todo caso, no es posible librarse de ellas al cien por cien, y menos en ciertas zonas de nuestros campos.
Debemos tener en cuenta la anatomía del perro, mientras que para nosotros una espiga es como mucho un molesto pinchazo en el calcetín o el pantalón, el perro, sea del tamaño que sea, camina con todo su cuerpo a nivel de las hierbas, lo que significa que puede verse afectado en cualquier parte del mismo.
Para complicar aún más el problema, está recubierto de pelo, lo cual facilita que la espiga se quede enganchada al pasar y rozarse con ella. Una vez en el pelo del animal, la espiga avanza hacia delante por el manto hasta toparse con algún obstáculo. Entonces la punta empieza a rozar la piel hasta que hace herida y se introduce dentro de ella.
Si encontramos la espiga en este punto, en una zona expuesta y clavada sólo por la punta, podemos extraerla nosotros mismos retirando el pelo, desinfectando y extrayendo cuidadosamente con unas pinzas para no romperla.
Después debemos vigilar al perro para que no se lama la zona afectada y no se infecte. Si ya hay inflamación será mejor que la retire el veterinario.
Si la zona no es muy visible, la espiga podría llegar a introducirse totalmente en la piel sin que nos diésemos cuenta y desplazarse dentro de ella. Aquí debe intervenir el veterinario para sacarla.
Las espigas tienen predilección por introducirse entre los dedos de las patas de nuestros perros o hincarse en las almohadillas.
Siempre que volvamos de un paseo con nuestro compañero por zonas donde haya podido estar en contacto con espigas, revisaremos exhaustivamente las patas y entre los dedos en busca de la más pequeña de ellas que se haya podido quedar enganchada ahí.
Para prevenirlo es útil en estas fechas recortar lo más posible el pelo de esas zonas. También podemos encontrar las espigas en cualquier otro pliegue de la piel del perro. Por esa razón, también es una buena medida a los perros de pelo largo dejárselo más corto.
Si la espiga se ha metido en algún orificio del cuerpo, ojos, nariz u oídos, no debemos nunca intentaremos sacarla ya que eso probablemente agravará el problema.
Resumiendo, debemos seguir las siguientes recomendaciones: mantener su pelo corto, en especial alrededor de las zonas más sensibles: ojos, orejas y oídos, patas, entre los dedos, etc. Revisar sus patas, ojos, orejas y nariz.
De esta forma podremos retirar cualquier espiga que encontremos o detectarlas a tiempo y llevarle al veterinario para que no se convierta en un problema grave que nos amargue el merecido disfrute de los paseos por el campo.
Salud y a disfrutar de nuestros perros de caza.