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EL MUNDO DE RONCERO

¡Sí, sí, sí, España va a París!

Imposible olvidarlo. Lo del 12-1 a Malta nos marcó a muchos de los de mi generación. Ahí cambió la historia para siempre. Nunca más agachamos la cabeza avergonzados.

Noveno gol del España 12-1 a Malta.
CAPTURAS DE TELEVISIONDIARIO AS

Imposible olvidarlo. Lo del 12-1 a Malta nos marcó a muchos de los de mi generación. Por entonces yo tenía 18 años, en una edad en la que devoraba fútbol desde el desayuno hasta que me iba a la cama. Cierto que parecía un disparate imaginar que a una selección nacional se le pudieran meter 11 goles, por timorata e ingenua que fuera. Malta entraba en ese perfil, pero no dejaba de resultar casi una quimera imaginar que España pudiese consumar la gesta. Lo bueno es que aquella selección contaba con un técnico, Miguel Muñoz, y unos jugadores (Rincón, Maceda, Gordillo, Santillana, Señor…) que eran bastante entusiastas y optimistas por naturaleza. Quizás sólo ellos creían en la gesta y eso alimentó su autoestima y su orgullo para luchar contra lo imposible.

El Benito Villamarín tenía muchas butacas vacías, los telediarios apenas le daban bola al partido convencidos de que iba a ser un triste trámite en el que se consumaría nuestra NO clasificación para la Eurocopa de 1984. España estaba medio deprimida, entre la terrible crisis económica, las convulsiones políticas de la transición (sólo dos años antes había sido el fallido intento de Golpe de Estado) y con una tragedia aérea acontecida en Medina del Campo, cerca de Madrid, solo una semana antes. Llovía y hacía frío. Y encima, Señor falló un penalti nada más empezar y Buyo encajó un autogol de Maceda en un rebote que ponía el 1-1 y nos obligaba a volver a empezar con sólo una hora de juego por delante. Pero entre el hat-trick de Santillana hasta el descanso (3-1) y la salida arrolladora de Poli Rincón, Maceda y compañía nada más empezar el segundo tiempo, aquello fue un arrebato futbolístico y emocional que levantó a toda la nación. No había móviles, pero los teléfonos directos de casa empezaron a echar humo a medida que caía el sexto, el séptimo, el octavo… “¿Lo estáis viendo? Poner la tele. ¡Que vamos a meterles doce y nos vamos para Francia!”. Y llegó el gol épico de Señor, el inolvidable gallo que soltó el entrañable José Ángel de la Casa y que se trasladó a todos los hogares de España, y la sensación de que, por fin, la selección española de fútbol abandonaba la Sala de los Horrores.

No olviden que un año antes sufrimos la frustración colectiva del horripilante Mundial de España-82, en el que hicimos un ridículo estrepitoso. Sólo un año después nos rescataron el orgullo extraviado entre tanto infortunio y tantas calamidades. Ahí cambió la historia para siempre. Nunca más agachamos la cabeza avergonzados. ¡Sí, sí, sí, España va a París!