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Susurros del Campo

A la espera del corzo

Apunto de que comience la función, ya está todo listo para disfrutar del corzo viéndole parear por las incipientes siembras abrileñas.

A la espera del corzo

Apunto de que comience la función, ya está todo listo para disfrutar del corzo viéndole parear por las incipientes siembras abrileñas. Inolvidables se convierten esas mañanas primaverales, aún frescas, a las que la naturaleza pone olores, colores y música, al igual que ocurre en los bulliciosos atardeceres de esta infinita estación, cómplice del color y de las efímeras nubes grises.

Cuando pensamos en la caza del duende del bosque, nos imaginamos con el rifle al hombro pateando monte y realizando sigilosos recechos.

Sin embargo, existen otras modalidades que, aunque menos practicadas, pueden darnos más de una satisfacción. Una de ellas es el aguardo.

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Seguro que en más de una ocasión has escuchado la frase: 'El corzo se caza con el culo'. Y bien es verdad que, si dedicamos tiempo a observar el comportamiento de los corzos de nuestro coto, sabremos cuáles son sus territorios y querencias, dónde se encuentran los buenos trofeos y cómo realizar la entrada al ejemplar para que el aire no nos juegue una mala pasada.

Si estas esperas, con prismáticos en mano, las realizamos en época de veda, perfecto para tener controlada la población, e incluso para dar caza a algunos corzos difíciles cuando no lo conseguimos mediante el rececho.

La caza del corzo en espera o aguardo es una de las más eficaces para practicar la caza selectiva: consiste en situarse en una posición desde donde podamos observar un lugar querencioso. Son típicas las esperas realizadas con vistas a prados de diente donde gusta de alimentarse: campos de frutales, siembras, praderas junto a arroyos...

Si meses antes de la apertura de veda hemos observado a los animales y sabemos bien dónde están aquellos a los que queremos dar caza, el día que vayamos a realizar la espera sabremos con exactitud cuál es el sitio idóneo hacia el que dirigirnos.

Una vez en el campo, lo primero que debemos hacer es comprobar la dirección del viento. Siempre debemos asomarnos a la zona donde realizaremos la espera con el aire de cara. Si esto no es posible, lo haremos de modo que llegue lateralmente, evitando siempre que nos dé en la nuca.

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Si nada de esto es posible, lo mejor es que elijamos otra zona de caza ese día, pues en cuanto intentemos entrar en el territorio del corzo que buscamos, éste nos detectará con antelación y ni siquiera llegaremos a verlos. Por algo son "los duendes del bosque".

Es importante entrar con gran sigilo al lugar elegido, pues existe la posibilidad de que el corzo que esperamos abatir se encuentre ya en el prado o siembra y lo espantemos. Caminaremos despacio efectuando pequeñas paradas para escuchar y observar con los prismáticos si hemos levantado con nuestra entrada algún ejemplar.

Una de las grandes ventajas de estos aguardos es que una vez aparezca podremos observar al corzo con mayor detenimiento que durante un rececho, en el que puede haber advertido nuestra presencia y estar bajo aviso.

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En una espera el duende del bosque desarrolla su comportamiento con naturalidad ofreciendo la oportunidad de hacer una detenida y correcta valoración del animal.

Los aguardos de tarde suelen ser más afortunados que los de mañana, ya que al amanecer el corzo realiza recorridos más largos y utiliza más el monte como protección, mientras que por la tarde sus movimientos son más decididos y encaminados hacia los lugares más cerrados.

Salvo los ejemplares adultos, cuyas cuernas estarán limpias de correal en estas fechas en cualquier latitud, tengan cuidado en la toma de decisiones, no se precipiten en el momento de apretar el gatillo y valoren bien las hechuras del animal y su trofeo, en especial la altura y grosor del mismo.

Piensen que, para años sucesivos, puede ser un corzo mucho mejor ¡Ahí lo dejo!

Salud y buena caza