Durante los más de diez años que fui director de revistas de naturaleza, submarinismo y deportes oudoor, nunca vi las fantásticas fotos que disfruto actualmente en Instagram. Es cierto que antes de la era digital, la fotografía en película, la buena fotografía sobre todo en el mundo subacuático estaba al alcance de unos pocos. Fijar los parámetros para tomar una buena fotografía no era tan fácil en aquellos tiempos, los equipos eran muy caros y además el número de disparos estaba limitado. En el caso de buceo, 36 disparos en 40 minutos de inmersión, no había más.

Pero ahora con las nuevas tecnologías digitales, mucho más baratas, con algoritmos finísimos para captar la luz y armados con lentes magníficas, sin olvidar las cámaras de acción, los drones, o los simples móviles, cualquiera puede tener un dispositivo listo en todos sus viajes y actividades y captar una buena foto o un buen vídeo. Solo que los muy buenos consiguen imágenes espectaculares no vistas hasta ahora.

Y esta es la verdadera grandeza de Instagram…por lo menos para mí. Ya le advierto de que yo no soy un experto en redes sociales, no podría darle ni un solo consejo para tener más seguidores, diseñar su campaña de mercadotecnia en Instagram, ni hacerse viral. Pero si de cómo disfrutarla. Creo que el lado oscuro de las redes está precisamente en esa voracidad por tener seguidores, likes y comentarios. Cuando no en creer que las imágenes de las cuentas de Instagram reflejan la vida de sus usuarios. Sobre todo si esa idealización le hace a uno pensar que lleva una vida miserable por ser administrativo en una oficina o vendedor de seguros.

Créame, la inmensa mayoría de las personas que cuelgan estupendos vídeos y fotos en Instagram de proezas, trabajan y mucho. No se levantan por la mañana cualquier día de la semana sobre la cima de una montaña nevada, se ponen los esquíes y bajan por la ladera. O viven en una cabaña de madera con techo de hojas de cocotero sobre un arrecife tropical, y el equipo de submarinismo listo para lanzarse a un mar cristalino plagado de tiburones, ballenas y delfines. Detrás de todos esos vídeos y fotos, detrás de esas aventuras, de esos viajes, de esos hitos deportivos hay millares de horas de trabajo rutinario, madrugones y esperas infinitas. Tantas que si se supiese de antemano daría pereza solo de pensar tomar una sola foto. Comparar vidas siempre ha sido una falacia y una trampa perversa. Instagram no es un registro de la vida de nadie, para eso no sirve.

Sin embargo, es especialmente útil para disfrutar de imágenes increíbles en destinos maravillosos durante cualquier momento del día. Yo suelo hacerlo en tiempos muertos, mientras espero el autobús, o estoy en una cola especialmente larga, y me sumerjo de lleno en la aventura en la aventura. En ocasiones simplemente dejo que el timeline fluya y me sorprenda, otras veces hago búsquedas de destinos a los que voy, o me gustaría, ir. Otras tecleo actividades como #Freeski #trailrunning #diving. Y siempre me sorprende lo que encuentro.

Al final, de Instagram obtengo lo mejor que se puede sacar: infinitos momentos de espectáculo y aventura, e inspiración para forjar mis futuros planes. Que por cierto, la mayoría nunca salen…pero oiga, de ilusión también se vive. Y sí, a veces hasta alguien le da por seguirme, lo que por otro lado también tiene su parte buena, conoces a gente que le gustan las misas cosas que tú. Así que ya sabe, olvídese de Twitter, que allí siempre están de mal rollo, ábrase una cuenta de Instagram, si no la tiene ya, y a disfrutar.

Aquí le dejo 10 sugerencias para empezar su aventura en Instagram, más mi cuenta por si me quiere seguir.