Campo, caza e ilusión
Otoño mes de los colores. Colores que nos trasladan a un mundo mágico donde los olores se mezclan con los manjares que nos regala la tierra. Los ocres bañan nuestros montes y hacen que nuestros sentidos se embriaguen de toda esa belleza bruta.
Otoño mes de los colores. Colores que nos trasladan a un mundo mágico donde los olores se mezclan con los manjares que nos regala la tierra. Los ocres bañan nuestros montes y hacen que nuestros sentidos se embriaguen de toda esa belleza bruta.
Tiempo de castañas, setas y hongos que, junto a nuestra carne de caza, hacen que se convierta en la época donde los restaurantes se vuelcan con nuestra gastronomía y nuestras cocinas emanan aromas que nos enamoran.
A los que amamos el campo, la naturaleza y su conservación, salir a coger castañas, níscalos, hongos, naranjas..., es un placer que disfrutamos como si volviésemos a ser niños. Disfrutando de cada prebenda que el monte nos ofrece.
Los cazadores, además le sumamos que estamos en temporada de caza y, aunque nos gusta comer estos productos, también nos gusta poder disfrutar de ellos el resto del año. Para ello es muy importante que sepamos manipular las piezas de caza.
Pero hoy no quiero haceros la boca agua con los mil y un manjares con que nos deleita la cocina cinegética, ni cómo debemos de manipularla. Lo dejo para otro día.
Estamos en esa época del año en la que disfrutar en el monte con nuestros pequeños, se debe de convertir en algo obligatorio. Está bien que nos acompañen en nuestras jornadas de caza como morraleros, pero tenemos la obligación de enseñarles lo que es un níscalo, una seta de cardo, donde buscar un boleto o una trompetilla...
Enseñarles cómo se cogen y como se tienen que llevar en cesta de mimbre para que se esparzan sus esporas que nos permitirán tener esas delicias de la tierra. Enseñarles a andar en el campo y que no solo hace falta un arma para disfrutar de él, que el disparo es la última acción de la caza, bueno no la última acción de la caza, la última es el plato en la mesa.
Es vital que inculquemos a nuestros pequeños a amar el campo, respetarlo, cuidarlo... Ellos disfrutan por partida doble. Por un lado, les encanta recolectar todo tipo de productos y, por otro, sus sonrisas al compartir con nosotros nuestra forma de vida, les colmará de felicidad.
El relevo generacional es vital para la caza y la conservación. Nosotros tenemos la llave maestra para asegurar el futuro de nuestra forma de vida, y los más pequeños son el mejor legado para ello.
Ahora que se acerca las navidades ¿Qué mejor que regalarles olores, colores, sabores y por supuesto, susurros del campo? Todo ello bañado con ilusión.
Y hablando de ilusión, el próximo día 23 de noviembre, tendrá lugar, la gala "Ningún niño sin Juguete", organizada por la asociación JUVENEX (Juventud Venatoria Extremeña).
"Ningún niño sin juguete" es una Gala Solidaria para recaudar juguetes y organizar campamentos de naturaleza para niños de familias desfavorecidas.
Una cena llena de actuaciones, regalos y magia. Cuenta con fila 0, donde toda aportación suma muchísimo.
Ahora sí, salud y buena caza.