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El Rayo Vallecano en México 68

La selección española de fútbol acudió a aquellos legendarios Juegos Olímpicos con mayoría de futbolistas franjirrojos. Una peripecia singular.

De pie, Mendieta y Hernández. Agachados, Chufi y Felines. Partido contra Francia en Vallecas.

Los Juegos Olímpicos de México fueron inolvidables por muchos motivos: por la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, los prodigios de Bob Beamon, Dick Fosbury, Lee Evans, Vera Cáslavská, el gesto de Tommy Smith y John Carlos. Pero muchos veteranos aficionados de Vallecas guardan un recuerdo más íntimo: el protagonismo del Rayo en la Selección Olímpica. Una peripecia singular.

Desde que en 1928 se rechazó la presencia de profesionales, el fútbol español no había vuelto a unos JJOO. Cuarenta años de espera.

Para Tokio-60 ya se hizo un intento, con una selección amateur. ¿Quiénes eran entonces futbolistas amateurs? Jóvenes en el umbral del éxito a los que se les convencía para que se mantuvieran un tiempo en ese escalón. Algo cobraban. Eran amateurs marrón, como se decía entonces, lo mismo que muchos otros deportistas olímpicos. Los del baloncesto, pongo por caso.

Ese escalón se inventó para los Juegos Mediterráneos de 1955, que se disputaron en Barcelona. Se recuperó la idea para los de 1963, en Salerno. Ahí fuimos terceros y eso animó a la Federación a intentar el asalto a los Juegos de Tokio. Aquella era una gran generación, cargada de nombres que triunfaron luego: Rodri, Torres, Aranguren, Fuertes, Grosso, Uriarte, Velázquez... Eliminaron a Suiza en el Preolímpico, pero chocaron con Hungría. Normal. Los países del Este de Europa no reconocían el profesionalismo y sus mejores futbolistas jugaban indistintamente en el Mundial o en los JJOO. Vivían de sueldos del Estado, colocados como altos funcionarios.

En el siguiente intento es cuando entra de lleno el Rayo, que entonces era paso intermedio de lo mejor de la cantera del Madrid hacia el primer equipo u otros destinos. A aquella camada el Rayo aportó a Mendieta (padre adoptivo del luego célebre internacional), Benito, Hernández, Chufi, González, Felines, Aparicio, Ortega y Grande. No es que todos jugaran todos los partidos, pero sí cuatro, cinco y hasta seis juntos alguna vez. Y eran mayoría en el grupo.

Aquello provocó fiebre en Vallecas. Revuelto con la fase de clasificación para México-68 se disputó un primer Campeonato de Europa Amateur, con los mismos jugadores. Ganaron a Francia en Bayona, 1-2, y la devolución de visita llenó Vallecas con 15.000 espectadores, que asistieron entusiasmados a un 4-1. ABC abrió su sección de deportes, algo insólito, con aquel partido amateur que supuso el estreno internacional del viejo campo de Vallecas.

Pero la mayor emoción llegó en la clasificación olímpica. Tras eliminar sin mayores apuros a Islandia, tocó Gran Bretaña (los británicos participan en los JJOO bajo una sola denominación y bandera, no con cuatro). La ida fue 1-0 en la Creu Alta, en Sabadell, con gol del rayista Ortega, ante 23.000 espectadores. La vuelta se resolvió con empate a cero. ¡España a México! A los JJOO después de cuarenta años. As consagró la portada a ambos partidos y Vallecas se sintió capital del fútbol español.

La pena fue que el preferido de Vallecas, Felines, no pudo ir. El Atlético quiso ficharle ante el ocaso de Collar, aprovechando que con los jugadores amateur no había derecho de retención. Pero Pedro Roiz, presidente del Rayo y Jefe Local del Movimiento, dijo que nanay. Le obligó a hacer ficha profesional y se quedó sin ir a México. Así eran las cosas entonces.

Grande, no hace mucho ayudante de Del Bosque, y recién pasado al Madrid justo cuando llegaron los Juegos, recuerda aquellos días con nitidez. "Íbamos en la segunda expedición española que salía, y se pensó que se suspendería por la matanza en la Plaza de las Cuatro Culturas. Finalmente fuimos". El chasco fue que el seleccionador, Santamaría, no les permitió participar en la ceremonia inaugural. "Jugábamos a los dos días. Dijo que era una paliza, muchas horas de pie esperando...".

España arrancó ganando 1-0 a Brasil. Luego, 3-0 a Nigeria, lo que ya daba la clasificación. México, que había perdido con Francia, se iba a cruzar en el cuadro con el segundo del grupo de España. Los jugadores, con Benito y Grande, que llevaban la voz cantante a la cabeza, sugirieron a Santamaría dejarse ganar el tercer día, ante Japón. Se negó en rotundo. "Sacó a los suplentes, para que participaran y para descanso de los demás, pero dijo que si veía a alguno aflojar se iba a casa".

Ese equipo de reservas empató con Japón. "Y nos tocó México en cuartos. Encima, en Puebla. Si no, hubiéramos jugado los cuartos contra Francia, sin movernos del Azteca. Fuimos a Puebla, nos hicieron una encerrona y perdimos 2-0. ¡Japón, que fue por el otro lado, tuvo el bronce...!".

Al menos les quedaron unos días libres hasta el regreso. Tuvieron una tienta en la finca de Cantinflas, les contrataron para amistosos en Irapuato y Veracruz y vieron desfilar por la puerta de la Villa Olímpica imponentes coches como no menos imponentes muchachas que ofrecían a los deportistas enseñarles el contorno. Y ante nada mejor que hacer...