La contrarreloj de Ribadeo despertó al diminuto catalán Manuel Costa de su sueño por segundo año consecutivo... En 1946 había acariciado la victoria en la Vuelta a España. Y la historia se repitió en 1947.
En la Vuelta de 1946, que corrió como independiente, logró una ventaja de 22 minutos sobre Dalmacio Langarica en una fuga consentida en Granada. El catalán resistió hasta las etapas cantábricas, donde se hundió por completo. En la bajada de Urkiola, camino de Santander, chocó contra un coche. Con las prisas y los nervios tomó una rueda prestada, que le costó 10 minutos de penalización. Todavía se mantuvo líder con 1:40, pero Langarica le remachó al día siguiente en Reinosa. Terminó cuarto en la clasificación.
En 1947, ya con el equipo Galindo, Costa se desquitó en el mismo terreno que había enterrado sus esperanzas el año anterior y se puso líder en Santander, tras una brava fuga en la que coronó Alisas, Azón y Puente de Varas, con cinco minutos sobre Edouard van Dyck. Un pinchazo del belga en Mieres aumentó su ventaja a nueve. Una buena ventaja. Sin embargo, la crono de Ribadeo la salvó por sólo 15 segundos. Otra avería de Van Dyck en Vigo le dio una oportunidad más, otra vida extra, y llegó a la contrarreloj final de Astorga con 2:12, pero esta renta también fue insuficiente. Costa acabó segundo. En dos años había estado 22 jornadas de líder.