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"El nuevo deporte de la bicicleta eléctrica"

Autor: Raúl Romojaro
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Los condicionantes de transportar una e-bike en el coche

Llevar una bicicleta eléctrica en automóvil presenta ciertas particularidades que conviene tener en cuenta.

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Los condicionantes de transportar una e-bike en el coche

Uno de los grandes encantos del ciclismo, en casi cualquiera de sus modalidades (imagino que en pista quizá no tanto), es descubrir parajes practicando deporte. Una posibilidad que supone en determinados casos un desplazamiento por carretera para iniciar una ruta pedaleando, con la consiguiente necesidad de transportar la bici en algún vehículo.

No pretendo aquí hacer un repaso a las diferentes opciones que al respecto ofrece el transporte público. Tampoco se trata de reincidir en una cuestión tan manida como las distintas formas llevar una bici en un automóvil particular, incluso la propia Dirección General de Tráfico ofrece amplísima información al respecto, al igual que numerosas páginas web de todo tipo. Mi intención es, como siempre desde la experiencia personal, abordar los condicionantes que presentan las e-bikes por sus características particulares.

Ya sabemos que las bicicletas eléctricas son, por lo general, más aparatosas en algunas de sus dimensiones pero sobre todo más pesadas que las convencionales de su estilo. Una pedelec de montaña, por referirnos a la disciplina más popular en esta tipología, duplicará como mínimo en kilos a una normal correspondiente en talla, sistema de suspensión, frenos, tipo de neumáticos… Una diferencia significativa que debemos tener muy en cuenta a la hora de transportarlas en un turismo.

Las alternativas para cubrir esta necesidad de movilidad son idénticas para una e-bike que para cualquier otra bicicleta, sólo que insisto condicionadas por el peso de la máquina. Empecemos por la opción de meterla en el maletero del coche, una operación que siempre me ha parecido un engorro y mucho más aún cuando lo que se debe mover en un espacio tan limitado son más de 20 kilos de tubos y piezas que se pueden enganchar en cualquier zona del interior del vehículo, con el riesgo de que se produzcan daños en una u otro parte.

Pasemos al portabicis de techo. Otra solución que, personalmente, sólo me ha convencido para bicicletas muy ligeras como las de carretera. Incluso con productos de calidad y sujeción firme, siempre que veo dos o tres bicis de montaña cimbreando en el techo de un coche me da la impresión de que van a salir despedidas en cualquier momento (lo que no quiere decir que vaya a ser así, obviamente).

La necesidad de un sistema de fijación fiable resulta especialmente importante con tantos kilos de una e-bike, los mismos que provocan que me parezca casi una gesta de halterofilia elevarla a pulso por encima de la cabeza para depositarla en la parte superior del vehículo. Poderse, por supuesto que se puede pero insisto en que no me parece lo ideal para este tipo de bicis.

Otra solución habitual entre los aficionados al ciclismo son los portabicis de portón. Creo que es bastante adecuada también para las e-bikes aunque, como en el caso anterior, es importante recurrir a un sistema de calidad para disponer de todas las garantías necesarias de las correas y enganches soportarán sin problemas sus kilos de más.

Partiendo de esta premisa, me parece una buena fórmula para una o dos bicis, meterle más de 60 kilos al anclaje llegando a tres lo veo un tanto arriesgado. Desde luego que, como en cualquier otro dispositivo homologado, el fabricante ofrecerá la información precisa sobre el peso máximo admitido por su producto, que se debe respetar escrupulosamente e incluso yo diría que con el mayor margen posible.

Llegamos al que para mí es el mejor sistema para transportar e-bikes (dejando al margen las furgonetas o los remolques tipo moto, claro está). Se trata del portabicis de de bola, los dispositivos que se acoplan a un enganche específico instalado en la parte posterior de los bajos del coche. Una plataforma sólida y amplia, que puede llegar a alojar hasta cuatro bicicletas (siempre dependiendo de su homologación), de instalación sencilla y que tampoco presenta problema alguno a la hora de subir y bajar las bicis.

Como nada es perfecto, tiene algunos inconvenientes sobre todo económicos que limitan su utilización; el montaje del enganche en caso de no disponer de él es caro (en torno a los 500 euros), es necesario el trámite de una ITV específica para la instalación (unos 50 euros) y el propio portabicis tiene un precio que tampoco es desdeñable: dependiendo de la marca, modelo y número de bicis transportable pueden oscilar entre 500 y 600 euros. Una pasta, nadie lo puede negar, aunque si eres de los que te gusta moverte con frecuencia con tu bici en el coche, la inversión a largo plazo habrá merecido la pena sin duda.