El 'Black Power' marcó un antes y un después en el deporte
El hecho de que Tommie Smith y John Carlos sólo llevasen un puño enguantado se debió a un olvido de este último.
De los Juegos Olímpicos de México 1968 recuerdo que los vi por televisión y poco más. Sí tengo en la retina la portada de El Adelanto, periódico señero de Salamanca, donde yo vivía entonces (ya desaparecido, por desgracia, y en el que yo comencé a escribir con 16 años), y que recogía en una fotoseriación el salto de espaldas de Dick Fosbury, lo nunca visto, que dio nombre a su estilo y que fue campeón olímpico, aunque nunca batió el récord mundial.
Del Black Power no recuerdo prácticamente nada (yo era un chavalín) pero luego he leído centenares de páginas sobre el asunto. Desde siempre he tenido simpatía por esos hombres que se jugaron la vida (literalmente) haciendo lo que hicieron, y que lo pagaron muy caro en los primeros años, aunque después fueron glorificados no sólo en todo el mundo, sino en su propio país.
Mi primer recuerdo gráfico sobre ellos lo tengo de un pequeño cine de Salamanca al que fuimos los que entonces éramos incipientes atletas y vimos las imágenes de la carrera, que son espléndidas y que nos hicieron soñar a todos.
John Carlos y, sobre todo Tommie Smith, hoy son leyendas, Barak Obama ha dicho que está “orgulloso” de ellos (fueron invitados a su toma de posesión como presidente) y viven en un retiro plácido, después de pasar múltiples y dramáticas penalidades.
No es el atletismo y el deporte el que les debe mucho. Es la sociedad la que se lo debe. Sin su ejemplo, y sin otros muchos, la desigualdad racial seguiría siendo la misma que en ese 1968 en que tantas cosas sucedieron: el Black Power, el Mayo francés (los estudiantes ocuparon La Sorbona, cuna del Olimpismo moderno), la invasión soviética de Checoslovaquia, que dio origen, en parte, al Eurocomunismo, el asesinato de Martin Luther King, el de Robert F. Kennedy, el año en que por primera vez una nave espacial, la Apolo VIII, orbitó la Luna, la matanza de May Lai sobre vietnamitas indefensos a cargo de tropas estadounidenses.. y el asesinato por el ejército mexicano de una multitud de estudiantes (se habla de 400, a los que dispararon desde terrazas y helicópteros) en la Plaza de Tlatelolco, no muchos días antes del comienzo de aquellos Juegos Olímpicos, que los puso en peligro.
Queda mucho camino por recorrer aún, como siempre sucede. Pero en aquellos tiempos nadie se podía ni imaginar por lo más remoto que un hombre negro iba a ser presidente de Estados Unidos, elegido por sus conciudadanos con plena libertad, y que iba a gobernar en perfecta armonía con hombres blancos.
Resumiendo de forma simple: en aquellos tiempos los negros eran útiles para servir a los blancos y los deportistas eran estupendos para enriquecer el medallero estadounidense en atletismo, en otros deportes… y para acudir a la Guerra de Vietnam, además de para hacer los trabajos más penosos y peor pagados.
Antes de los Juegos había dos tendencias entre los deportistas de color: boicotearlos o “ir allí y hacer algo”. Unos se decantaron por lo primero, como el baloncestista Lew Alcindor, luego llamado Abdul Jabbar, tras su conversión al Islam, que entonces era universitario y que luego fue una de las mayores estrellas históricas de la NBA, y otros por lo segundo, como Tommie Smith y su compañero y amigo de universidad John Carlos.
Y lo que hicieron allí fue ganar el oro (Tommie Smith, récord mundial con 19.83, que duraría once años) y el bronce (John Carlos) y levantar el brazo enguantado en negro al subir al podio. Es una de esas fotos emblemáticas del siglo XX, pero no sólo del atletismo, no sólo del deporte, sino de todos los tiempos.
Una anécdota sobre los guantes. La idea era que cada uno llevase las dos manos enguantadas y que levantaran el puño derecho, pero a John Carlos se le olvidaron en la Villa Olímpica y Tommie Smith le cedió una de las suyas, la izquierda, y por eso cada uno levantó un brazo.
El equipo estadounidense les expulsó de la Villa Olímpica, volvieron a Estados Unidos al margen de la selección, como apestados, sufrieron el rechazo generalizado, se quedaron sin estudios y no consiguieron trabajo, recibieron amenazas de muerte... aunque Carlos siguió compitiendo durante un corto periodo de tiempo, porque también hubo gente que se solidarizó con ellos.
Randy Matson, el oro olímpico estadounidense en lanzamiento de peso, un hombre colosal en todos los sentidos, amenazó con arreglar aquello “a puñetazos”.
Pero Randy Matson, con ser un lanzador espléndido, no será recordado por la sociedad. Tommie Smith y John Carlos, sí. Dieron un paso adelante en un momento difícil y crítico. Fueron valientes, muy valientes. Les debemos mucho, incluso los que no somos de raza negra. Gracias.
Así fue aquella carrera
La protesta en el podio del Black Power eclipsó en parte una carrera maravillosa, la mejor disputada hasta entonces en la historia. Vamos con ella. Estos son los datos:
Lugar: México Distrito Federal
Fecha: 16 de octubre de 1968
Hora: 17:50
Viento: +0,9
Altitud: 2.248 metros
Clasificación: 1. Tommie Smith (Usa), 19.83; 2. Peter Morgan (Australia), 20.06; 3. John Carlos (Usa), 20.10; 4. Edwin Roberts (Trinidad), 20.34; 5. Roger Bambuck (Francia), 20.51; 6. Larry Questad (Usa), 20.62; 7. Michael Fray (Jamaica), 20.63; 7. Joachim Eigenherr (Alemania Federal), 20.66.
¿Cuándo fue batido el récord?: El 12 de septiembre de 1979, en el mismo estadio. El italiano Pietro Mennea, ya fallecido, corrió en 19.72 en la Universiada, con un viento de +1,8. El que esto escribe estaba allí y da fe de que corrió en parte por dentro de su calle en la curva, lo que no impide decir que Pietro era un atleta descomunal.