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Alesanco: "Irse del Athletic no es fácil, es algo especial"

El central de Barakaldo cambió en el verano del 80 San Mamés por el Camp Nou por 100 millones de pesetas pese a la presión popular.

Alesanco y Johan Cruyff llevan la Copa del Rey de 1990

Corría el verano del 80 y la afición del Athletic estaba mosca. El equipo había sido séptimo en la Liga y en la Copa le había eliminado el Castilla. Hacía tiempo que salían menos jugadores de la cantera. No mucho antes se acudió a una Operación retornopara reclutar a jugadores vascos dispersados por el fútbol español: Lasa, Irureta, Churruca… El gran Athletic, bandera del fútbol vasco, empezaba a ser un recuerdo. Ahora se iba Iríbar, el mito, el seguro de un equipo del que en los peores días se llegó a decir que “son Iribar y 10 más”.

Pero estaba Alesanco, el último gran producto. Barakaldés, se hizo en los juveniles, le cedieron al Alavés, llegó al Athletic, creció… Ahora tenía 24 años y ya llevaba 10 partidos en la selección. Líbero grande, defendía bien y salía jugando con clase, con la cabeza alta, armando desde atrás. A muchos les recordaba al gran Garay, pero los agoreros recordaban:

Ojo que a Garay lo traspasaron. A ver si a éste…

¿A Alesanco? ¡Imposible! No se atreverán. Y a Garay lo vendieron a los 31.

En efecto a Garay lo habían vendido 20 años antes al Barça, por seis millones, cantidad con la que el Athletic amplió la llamada Tribuna de Misericordia, para aliviar la lista de espera para socios. A aquella tribuna se la conocería para siempre como la Tribuna Garay.

Y sin embargo había rumores. Que si el Madrid, que si el Barça. Los optimistas (pesimistas mal informados) recordaban que desde Garay no se había vendido a nadie. ¿De qué van a vender ahora a Alesanco?

Pero el 10 de junio se despertaron con una bomba en la portada de La Gaceta, el gran periódico del norte: ¡Alesanco al Barça por 100 millones! La noticia llegaba del corresponsal en Madrid, Enrique Ortego. Alesanco estaba en Madrid, concentrado, a las órdenes de Kubala, con vistas a la Eurocopa de Italia. Kubala iba a ser el entrenador del Barça para la 80-81, e influyó lo suyo en convencer a Alesanco, y también a Quini, que estaba igualmente concentrado.

—Yo tenía dudas, claro. ¡Irme del Athletic! Entonces no teníamos ni agentes ni nada. Lo hablé con Dani, con mi padre, con algunos amigos de edad. Le di muchas vueltas antes de decidirme. Me pagaban mucho mejor, claro, pero irse del Athletic no es fácil. Aquello es algo especial.

Peor lo pasó Beti Duñabeitia, el presidente, que tenía una estrategia preparada para anunciar el fichaje el lunes, conjuntamente con Núñez. Confiaba en que la cantidad, récord entonces para el traspaso de un español, mitigara el impacto. La cantidad era una bestialidad para la época. Quini, un superpichichi, fue traspasado casi al mismo tiempo por 80 millones.

Duñabeitia pasó el sábado en Segovia, en un congreso de peñas del Athletic. El domingo se desayunó con la publicación de la noticia. Ese día había partido de juveniles, cuartos de final de Copa entre el Athletic y el Zaragoza. Tuvo que ir y escuchar las amargas protestas de los 10.000 espectadores que acudieron. Para empeorar las cosas, el Zaragoza eliminó al Athletic. Disgusto sobre disgusto.

Se trató de explicar en la prensa: estaba cuajando Guisasola, De Andrés, medio de contención, podía jugar donde Alesanco, se esperaba a Bolaños, Núñez y Purroy. El puesto estaba cubierto, la cantidad era enorme, permitiría hacer unas reformas necesarias en Lezama… ¿Cómo decir que no? A los íntimos les confesó que le había pedido 100 millones a Núñez para quitárselo de encima, pero que éste se los había aceptado. Temía que se lo vendiera al Madrid, pero nunca hubo negociación con el Madrid. Alguien engañó a Núñez.

La verdad es que a las dos partes les fue bien. El Athletic mejoró Lezama, pero lo principal fue que pronto le salió el equipo campeón de Clemente: “Yo, viéndoles ganar dos Ligas y una Copa, tuve un poco de nostalgia… Pero a mí tampoco me fue mal”.

Alesanco jugó para el Barça 504 partidos. Ganó cuatro Ligas, cuatro Copas, dos Recopas… y la Champions, que levantó como capitán. Rindió muy bien. Hasta fue delantero centro ocasional con Cruyff en momentos críticos.

—Pero mi alivio fue que la primera vez que acudí a San Mamés con el Barça me trataron bien. Me aplaudieron. Siempre agradecí eso.

Se quedó a vivir en Barcelona, pero no deja de ir por allí. Los 100 millones saltan a relucir todavía entre los viejos aficionados bilbaínos. Entonces fue un boom, pero el fútbol se ha inflacionado tan por encima de la media, que hoy aquellos 100 millones de pesetas de 1980 equivaldrían, según las tablas del INE, a poco más de tres millones de euros.

Hoy, ningún presidente de Primera descuelga el teléfono por ese dinero.