Todos los años por estas fechas hacemos balance. De lo mejor y de lo peor. También es momento para recordar a los que se van. A los que nos han dejado para siempre, como Ángel Nieto, a quien le dedicamos 12+1 millones de gracias. Y a los que han dejado su deporte tras un largo periodo de sacrificios y de éxitos. Hoy me quiero centrar en estos últimos. Escribí esta columna mientras presenciaba el Torneo LaLiga Promises en Arona (Tenerife), donde cerca de 200 niños han jugado al fútbol y han soñado con ser Iniesta o Fernando Torres. Ellos dos también pasaron un día por allí. Unos van y otros vienen. En este 2017 se han retirado dos ilustres del deporte español: Ruth Beitia y Alberto Contador. Hubo un tiempo en el que ella soñaba con ser campeona olímpica y él con ganar el Tour. Ahora son leyenda.

Estamos ante dos nombres imprescindibles en la historia de nuestro deporte. Beitia capitaneó al equipo de atletismo en una época desértica, con un torrente de medallas internacionales, con victorias hasta entonces inéditas en la Diamond League, y con ese triunfo en Río 2016 que la situó como la primera atleta española con un oro olímpico. Contador se marcha con siete grandes rondas en la mochila y con la Triple Corona: Giro, Tour y Vuelta. Pero sobre todo deja como herencia un sello personal: su ciclismo inconformista y valiente. Nunca subió a un podio de una grande: o ganaba o nada. Junto a ellos, en este 2017 también se han jubilado los dos últimos mohicanos del 1.500 español: Juan Carlos Higuero y Arturo Casado. No me olvido. Vamos a echar mucho de menos a todos. Pero otros vendrán.