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BLOG DE TENIS MATCH BALL

La nueva Laver Cup ha eclipsado el mundo del tenis

Nadal y Federer, intercambian impresiones durante el último y decisivo punto ante el australiano Nick Kyrgios.
MARTIN DIVISEKEFE

Gustó mucho el experimento de la Laver Cup. Un deporte con competiciones en los cinco continentes, grandes estrellas y muy permeable a los cambios en los últimos tiempos (ojo de halcón, súper tiebreak...), bien merecía un torneo así, con permiso de la maltrecha Copa Davis.

Todo resultó especial y atractivo: el cartel de tenistas de ambos equipos (Europa y Mundo) a pesar de las notables ausencias por lesión, el lustre de los propios capitanes (Borg y McEnroe), el formato de competición, su peculiar puntuación, la magnífica puesta en escena en el O2 Arena de Praga, la espectacular pista gris ceniza, el compromiso y el ambiente de los propios jugadores y una realización televisiva diferente y audaz (tanto por las cámaras de red como por la transmisión de las conversaciones de banquillos en los descansos).

Para colmo la Copa Laver hizo realidad un sueño de muchos amantes del tenis: ver jugar en pareja a Nadal y Federer, los dos gigantes de la raqueta de todos los tiempos. Un invento feliz que acabó en apretada victoria y confirmó que la disciplina del dobles es un arte totalmente diferente. Y lo más importante, tuvo emoción e incertidumbre hasta el último suspiro, con la apurada victoria final de Federer ante Kyrgios para evitar una remontada que parecía cantada. El grito desesperado del suizo, inspirador de la competición, su abrazo con Rafa Nadal y el resto del equipo azul, así como las lágrimas de Kyrgios, evidenciaron la verdad y el valor del nuevo torneo.

La teórica diferencia de nivel entre ambos equipos quedó compensada por las notables bajas del equipo europeo (Djokovic, Murray, Wawrinka...), el acierto de McEnroe seleccionando sus piezas y una pista ideal para los grandes cañoneros americanos y australianos... En definitiva, la Laver Cup es ya una gota de aire fresco en el apretado calendario ATP e ITF. Un gran show que en su debut ya se ha ganado un puesto de titular indiscutible en el calendario y entre los aficionados, al nivel de los cuatro Grand Slams, el ATP Finals y la mismísima Copa Davis, a la que nunca debería fagocitar. 'The rocket' no merecía menos.