La última crónica de #LV2017: Contador entró en la leyenda
Ese vacío se convirtió el pasado lunes en un abismo cuando comprobamos que ya no volveremos a ver más al de Pinto en una carrera profesional.
Los lunes posteriores a una grande son días de sensaciones raras. A la hora de la comida coges el mando a distancia, por pura inercia, y zapeas impulsivamente por el televisor, pero no encuentras a Carlos de Andrés y Pedro Delgado, ni a Antonio Alix y Eduardo Chozas. Si acaso te topas con una redifusión. De repente, caes en tu error: ya no hay Vuelta a España. Y sientes un enorme vacío. Inconsolable. Ese vacío se convirtió el pasado lunes en un abismo cuando, además, comprobamos que ya no volveremos a ver más a Alberto Contador en una carrera profesional.
A las 20:24 horas del domingo, 10 de septiembre, Contador cruzó la meta de Madrid en el puesto 26º. Feliz del trabajo bien hecho. No le importó haber perdido la cuarta plaza ante Wilco Kelderman por un corte de siete segundos. El último recorrido, sobre 117 kilómetros, se lo tomó como una fiesta, con brindis de cava incluido. Vistió el maillot blanco de la combinada de prestado, porque el ganador de esa clasificación es Chris Froome, que también se ha llevado el rojo de la general y el verde de los puntos, en dura puja final con Matteo Trentin.
Chris Froome se lleva la gloria en el palmarés y la admiración del público. "Para todos, mucho, mucho gracias, para tres semanas a tope", se despidió en castellano desde el podio. Es difícil no quererle. Su ciclismo no es bello, pero su actitud nos engancha. Sus dos sprints finales contra Trentin son un ejemplo de ello. Para Contador ha sido la gloria eterna y el aplauso infinito. Su ciclismo es bello. Su actitud, también. Contador nos engancha porque no se ha limitado a recibir los vítores de los aficionados en cada una de las 21 etapas. Ha atacado cada día que ha podido: hasta once días, según nuestras cábalas. Sin contar el paseo en solitario que se dio en la entrada a Madrid. Emotivo homenaje. Los 2:33 minutos que perdió en la tercera jornada en Andorra han sido un lastre que le ha impedido luchar por el maillot rojo y por el podio. Pero siempre le quedará el Angliru: la imagen más hermosa de esta Vuelta 2017.