El Sevilla ganó con ‘el espíritu de Palop’

Minuto 94: saca de banda Coke, directo al área, Fazio prolonga la trayectoria con un cabezazo hacia atrás y el gigante Mbia se eleva y cabecea con fuerza desde el borde del área chica. Gol. 3-1. El Sevilla pasa, el Valencia está fuera. Un instante que desmorona un castillo, elevado por el Valencia en un partido admirable, ejemplar, jugado con precisión y brío hasta que se puso 3-0. Luego, con cautela y seguridad. No parecía estar sufriendo amenazas, pero el Sevilla encontró una rendija en el instante final. La euforia y la tristeza cambiaron bruscamente de ciudad. Las cosas del fútbol.

Le leí una vez a Woody Allen que el deporte es admirable por eso, por la capacidad que tiene para cambiar bruscamente la atmósfera, imposible de alcanzar en el cine o el teatro. Lo hemos visto muchas veces, ayer fue una más. Fue, dijo Emery ‘el espíritu de Palop’, evocando aquel gol que el siempre bien recordado meta marcó para el Sevilla una noche así frente al Shakhtar Donetsk. Emery tiene quien le mira mal entre la afición sevillista, pero me parece que domina las claves del club mejor de lo que muchos sospechan. Ese homenaje al ‘espíritu de Palop’ lo demuestra.

Había jugado mejor el Valencia, mucho mejor. Por eso había establecido la rotunda diferencia de 3-0, por eso su público era feliz, cantando alegre y confiado el “¡sí, se puede!” y recordando la remontada sobre el Basilea. Si algo se le pudo reprochar al Valencia fue el abuso de lanzar balones al terreno de juego, aunque quizá el castigo fue excesivo. Pero las cosas son así, por la puerta de salida de una semifinal sólo cabe uno, no marcar fuera es un problema y hasta el rabo todo es toro. El Sevilla, falto de juego, se abrazó al ‘espíritu de Palop’ y se metió en la final. Será en Turín, el día 14, ante el Benfica.