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Luis Ocaña, el héroe trágico es un héroe imprescindible

El 19 de mayo de 1994 conducía desde Madrid en dirección a Bolonia (Italia), donde tres días después arrancaba el Giro, aquel en el que Berzin cortó la racha de Indurain. Iba en el coche con Fernando Llamas, hoy responsable de ciclismo en Marca, y con el fotógrafo de AS Felipe Sevillano. En otro vehículo viajaban los enviados especiales de Efe, Felipe Recuero y Adrián Rodríguez Huber. De repente, la radio difundió la noticia: "Luis Ocaña ha muerto". La información nos impactó mucho, porque hacía menos de una semana que habíamos coincidido con él en la Vuelta a España. Nuestro primer impulso fue desviar el coche a Mont de Marsan, pero desde el periódico recibimos la instrucción de que continuáramos hasta Italia, porque ya había otro compañero camino de Francia.

Por una cuestión generacional, yo no había coincidido mucho con Ocaña, aunque acudió como comentarista de radio a algunas de mis primeras carreras. Había oído mucho de sus duelos con Eddy Merckx, sobre todo en boca de Francisco Chico Pérez, que le veneraba. Pero, en general, no era admiración lo que percibía cuando me interesaba por conocer detalles de Ocaña, sino comentarios como los siguientes: "No se sentía español, era francés", "en España no era querido, aquí mandaba el Kas", "está loco", "es una pena que un emigrante de la postguerra se haya convertido en un facha", "nunca se sintió identificado con este país", "Bahamontes tuvo mucho más mérito", "no era un ciclista inteligente, atacaba sin medida", "pudo haber ganado más si hubiera corrido con más cabeza"...

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El próximo mes de mayo se cumplirán veinte años de su muerte y el pasado verano se cubrieron cuarenta desde su victoria en el Tour de Francia. Debido a estos aniversarios, en estas fechas se está oyendo hablar mucho de Luis Ocaña. A ello ha ayudado, por supuesto, el libro 'Ocaña' escrito por Carlos Arribas y editado por Cultura Ciclista. Y también el reciente trabajo de 'Informe Robinson', en Canal Plus, que se estrenó el pasado lunes. Ambos documentos responden a muchas de esas objeciones sobre el ciclista que he expuesto con anterioridad. Ocaña era un personaje complejo.

El libro 'Ocaña', con un gran trabajo de recopilación y documentación detrás, profundiza en esa complejidad. Desde aquí aconsejo su lectura, si bien pueda resultar un pelín cargante en algunas fases, una apreciación en la que he coincidido con otros compañeros y aficionados. Arribas utiliza el método de diálogos imaginados y cuesta mucho identificar en esas palabras a los personajes, principalmente al rudo Ocaña, por mucho que el autor advierta al principio de la obra de que esto puede suceder. En cualquier caso su lectura me parece imprescindible, porque cuando lo terminas saboreas la sensación de haber ahondado en las contradicciones de Ocaña. No digo entenderlas, que eso es ya misión imposible. 'Informe Robinson' titula su documental como 'Héroe trágico'. Y esa es seguramente la mejor definición.



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Sin ser un mitómano, en este último mes me acordé de que guardo en el trastero una botella de vino de Luis Ocaña, que una vez alguien me regaló en un Tour (lamento no recordar quién). Y también tengo una foto en el famoso monumento del chepudo Ocaña de Priego (Cuenca). Adoro la mística de los campeones de antaño, independientemente de que como personas me puedan atraer más o menos. Me da la sensación de que Ocaña no era alguien que se dejara querer. Pero su historia ciclista hay que admirarla, porque seguramente aquel Tour de Francia de 1971, aquel duelo con Merckx, aquella caída, es uno de los grandes capítulos del deporte mundial. La historia de un inconformista.

Por cierto, la Vuelta saldrá este año de tierras gaditanas, como ya ocurrió en 1970. Allá, Luis Ocaña fue el primer líder y luego terminaría coronado como vencedor final. Al igual que recientemente pedí un homenaje para el Chava Jiménez en la ronda española, creo que tampoco estaría de más recordar al otro héroe trágico de nuestro ciclismo: Luis Ocaña. Ahí lo dejo caer.