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Diez razones que explican la hegemonía de Nadal en París

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Tal y como se preveía, Nadal sumó su ¡octavo triunfo en Roland Garros y su duodécimo grande¡ El mallorquín no tuvo piedad de su amigo Ferrer (6-3, 6-2 y 6-3), a quien se ha impuesto hasta la fecha en las ocho finales que han disputado. Todas ellas sobre la superficie en la que el zurdo de oro se convierte en invencible. La misma que le lleva a sumar 62 victorias en los 63 partidos que ha jugado en París. La pócima mágica del desaparecido Soderling sigue siendo más secreta que la fórmula de la Coca-Cola. Y es que nadie ejerció jamás una tiranía semejante sobre una superficie (42 torneos de los 57 de su palmarés, el 73,68%), ni ha ganado más veces un mismo torneo de Grand Slam. Tras superar de nuevo a Borg, en su radar ya aparecen Sampras y Federer (14 y 17 majors respectivamente).

¿Por qué Nadal resulta invencible sobre tierra batida? Aquí apuntamos diez razones. Seguro que no están todas las que en realidad son, pero sí que lo son todas cuantas exponemos a continuación:

1) La potencia. Cuando el común de los tenistas necesita tirarse sobre la pelota para encontrar un golpe ganador, a Nadal le vale incluso estar apoyado en el talón de su pie más atrasado.

2) Nadal defiende y contraataca como nadie y utiliza a la perfección el revés cortado para cambiar el ritmo y preparar la estocada.

3) Hace la pista anchísima a su contrario utilizando tiros angulados. En esa batalla extrema de esfuerzo se sabe en ventaja. Hay que tener muchas piernas para discutirle el punto en esas circunstancias. Porque Nadal cubre siempre con garantías la enorme Philippe Chatrier, la pista de tenis más grande del mundo. Prueba de ello es que es capaz de anotarse puntos incluso jugando cinco metros detrás de la línea de fondo.

4) Gracias a su tenis liftado para Nadal la red nunca es un obstáculo, no existe, y mantiene siempre la pelota dentro del rectángulo de juego. Y lo hace sin merma alguna de potencia, por lo que es fácil imaginar los misiles que lanza cuando aplica esa fuerza tirando recto. Es devastador…

5) En tierra batida es muy complicado cerrar los puntos en tres o cuatro golpes. Nadal disfruta en los duros intercambios. En ellos teje su telaraña, acogota a su presa, coge el ritmo que alimenta su tenis y saca provecho de su inteligencia táctica y estratégica. Nunca juega la pelota que no toca.

6) Su impecable lectura de los partidos. Parece que los viviera al mismo tiempo desde dentro y desde el palco de su equipo. Esa clarividencia le permite corregir los errores en tiempo real y encontrar soluciones sobre la marcha.

7) Su movilidad en la pista le permite, incluso en situaciones límite, estar siempre en disposición de jugar una pelota más. Su rival debe sufrir sangre, sudor y lágrimas por cada punto. Ese proverbial juego de pies le permite encontrar muchas más veces su drive.

8) La fortaleza mental es el signo de identidad más claro de su juego. Nadal se crece ante la adversidad, por importante que sea el punto o presionado que se sienta. Nunca se relaja, no se confía con el marcador a favor, ni se desmoraliza cuando lo tiene en contra. Su reacción habitual tras encajar un break es sencillamente ejemplar.

9) Es zurdo, condición que le da una pequeña ventaja en los puntos más importantes. Además, hay más tenistas diestros que zurdos, por lo que raramente tiene que cambiar su patrón de juego.

10) La competitividad. Nadal es de esos tipos que no soporta perder ni a las chapas. Ha nacido para competir. Pero su ego de deportista de élite nunca le ha cegado. Es consciente de sus puntos fuertes y conoce sus puntos débiles, lo que le ha permitido mejorar constantemente y no estancarse. Incluso ha aprendido a ganar sin jugar bien y a convivir incluso con el dolor. Cree a pies juntillas en la cultura del esfuerzo, el valor que le ha llevado a superar en infinidad de ocasiones a rivales con tanto o más talento que él, y que explica su inmejorable regreso a la competición.

Al auténtico 'Duque de Palma' parece quedarle cuerda para mucho rato…