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El ejemplo del Game Pass tras el cierre de TusSeries

Mariano Tovar

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En ocasiones me tengo que recordar que este es un blog. Tal vez no uno personal de esos en los que uno le va contando su vida a quien la quiere leer, pero sí un rincón en el que, además de hablar de football americano, a veces hay sitio para otras reflexiones. Y que coño, casi siempre me lo paso mejor con los artículos peregrinos que cuando me pongo a pontificar sobre un deporte que cada día me parece más complejo.

El caso es que estoy bastante disgustado. Supongo que a muchos de vosotros os sucederá lo mismo. El motivo es el cierre, después de 10 años de andadura, de una web llamada TusSeries. La ley Sinde ha terminado con ella.

No pretendo convenceros de nada. Asumo que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo con las opiniones sobre este tema que expondré en los siguientes párrafos. Simplemente quiero transmitir mis sensaciones sobre un asunto que, pese a lo que digan, está haciendo más mal que bien al mundo de la cultura en España. Y lo dice una persona que trabaja en un medio periodístico, uno de los gremios más perjudicados por las nuevas tecnologías que, además de ser grandes instrumentos de trabajo para cualquier periodista, son las fuentes gratuitas de información que están machacando sin piedad a los medios de pago. ¿Para qué comprar un periódico con las noticias de ayer si puedo leer gratis en Internet las de hoy?

Pero vamos al grano, que este artículo corre peligro de ser interminable.

Soy un consumidor compulsivo de cultura. Todos los meses me dejo gran parte del sueldo en ella. No lo puedo evitar. Para empezar, con regularidad voy con mi familia al cine. Los que tenéis hijos sabéis lo que eso significa. Cuando yo era chaval el cine era el entretenimiento más barato que existía. Una tarde de cine, con sus consiguientes cervezas, salía por dos duros. Hoy en día el cine es caro, y más si tienes que pagar la entrada de todos los churumbeles, que además exigen que vayas con ellos a dormir un bodrio infumable en vez de la película que llevas semanas queriendo ver. Para machacar más el bolsillo, una película casi siempre tiene como prólogo una inevitable comida en una hamburguesería o, como segunda opción, el epílogo de una merienda familiar. Y todo eso sin contar que alguno se empeñe en que compres palomitas. Cuando yo era chaval cantábamos una canción sobre las gigantescas bolsas de palomitas que te daban en Simago por un duro. Mira que la vida ha subido desde entonces, pero creo que el producto que más lo ha hecho son las palomitas. Una bolsa en un cine roza las mil pesetas (al cambio del euro). De cinco pesetas a mil. La caña de España.

Así que cada tarde de cine familiar supone un agujero en la economía del que cuesta recuperarse.

Pero ahí no acaba mi inversión mensual en cultura. Como sabéis, soy coleccionista de cómics y un lector compulsivo de libros. Cada mes gasto una auténtica fortuna en ellos. Y no solo para mí, sino para toda la familia. Cada vez que entro en mi librería habitual se me ponen los pelos de punta. Mis cómics y libros, los tomos de manga del mayor, los cuadernos de Monster High de la mediana y los primeros cuentos de la pequeña… Os cuento mi primer pecadito. Suelo entrar en una web de descargas de cómics para bajarme las últimas novedades y leerlas antes de ir a comprarlas, pero como coleccionista veterano, compro después los cómics que ya he leído en Internet, porque me gusta el tacto del papel y ver la colección completa en las estanterías. La descarga de cómics por Internet solo me sirve para descartar algunos bodrios que de otra manera hubiera comprado para disgustarme tras leerlos. Ah, se me olvidaba, un cómic de tapa dura hoy no suele bajar de los 15 euros y puede llegar hasta los 60. Con que te lleves a casa cuatro o cinco novedades, te quedas tiritando.

Además, mi mujer suele comprar a los niños sus películas favoritas en DVD. A mi me parece una locura, pero ella dice que a ellos les gusta ver los libritos que suelen venir acompañando a la película y los extras que vienen en el disco.

En resumen, no hace falta que haga cuentas. Un plan familiar de cine, una o dos visitas a la librería y un par de DVDs provocan a final de mes un gasto prohibitivo que, sinceramente, me puedo permitir a duras penas. Asumo que para un alto porcentaje de las familias de este país, esa inversión suena a ciencia ficción. De música ni hablo, que desde hace mucho tiempo sobrevivo con mi vieja colección de clásicos del rock, música country y bluegrass.

El resumen es que todos los meses contribuyo activamente al desarrollo de la industria cultural de este país, una industria cultural que lleva muchos años intentando convencerme de que soy un pirata y un delincuente.

En mi casa no se ve la televisión convencional. Muchos amigos se creen que un día mi mujer y yo nos sentamos en la sala de estar y decidimos ponerle un candado a la tele. Incluso alguno ha exclamado algo así como “¡qué decisión más valiente!” como si hubiéramos decidido no salir de Saigón hasta el último helicóptero. En realidad nunca nos sentamos a decidir una cosa así. Es algo que ha sucedido sin que nos diéramos ni cuenta. De hecho, en casa teníamos contratado Digital Plus hasta hace no muchos años. Un día descubrimos que solo lo usábamos para que yo viera los partidos de football americano. Entonces hicimos cuentas y confirmamos que salía más barato contratar el Game Pass y quitar la televisión vía satélite.

Mucha gente llega a su casa y enciende la tele mientras se quita los zapatos para, a partir de ese momento, realizar cualquier actividad con el run run de fondo del canal elegido. En mi casa encendemos nuestra única televisión cuando queremos ver algo concreto. Pero la televisión convencional está absolutamente atrasada. El programador te obliga a ver lo que él decide, a la hora que decide, y con las interrupciones publicitarias que decide. Al final no ves algo concreto, sino que ‘ves la tele’ en general, muchas veces sin que te importe demasiado lo que se dice, sino solo como un mero acompañamiento soporífero.

Así que en mi casa, durante los últimos años, la programación de televisión la hacíamos nosotros mismos gracias a TusSeries. En esa web había un catálogo interminable de series de televisión: actuales, clásicas, infantiles… Todas eran series ya emitidas, por tanto, amortizadas por los canales que las compraron. Muchas eran series perdidas que se habían recuperado gracias al trabajo sin retribución de gente que aportaba los enlaces. Porque otra de las características de TusSeries es que era una web sin ninguna publicidad, ni ánimo de lucro, que se mantenía gracias a las donaciones que querían hacer sus usuarios.

La desaparición de TusSeries es una grave pérdida cultural para este país. Básicamente porque un altísimo porcentaje de sus enlaces correspondían a series que están descatalogadas y ya no se podrán conseguir de otra manera hasta que alguien lo remedie del modo que sea.

Y aquí es donde quiero llegar. En España están empeñados en terminar con las descargas, pero una legislación cainita fríe a impuestos directos, indirectos y revolucionarios a todo el que quiere montar un negocio que ofrezca de forma ‘legal’ el mismo servicio que daba TusSeries (lo pongo entre comillas porque el intercambio de archivos sin ánimo de lucro, por mucho que se empeñen, actualmente no es ilegal). En casi todos los países civilizados hay páginas web de las que se pueden descargar películas y series por un módico precio. Eso no existe en España porque la carga impositiva y por derechos de autor lo convierten en inviable.

La NFL está demostrando con el Game Pass que, por mucho que se empeñen algunos, los seres humanos no somos piratas por naturaleza. Simplemente nos regimos por la ley de la oferta y la demanda y estamos dispuestos a pagar cuando el servicio que recibimos lo merece. Todos los años hay muchos que me escriben para que les diga dónde pueden ver los partidos de la NFL de forma gratuita. Siempre respondo lo mismo. Si eres aficionado a la NFL, merece la pena pagar 160 euros en un año para poder ver todos los partidos en directo, en diferido, completos, condensados, con vista aérea… Y además puedes ver el draft y todos los acontecimientos puntuales del calendario, documentales, reportajes, entrevistas, ¡yo qué sé! Definitivamente, es una inversión cojonuda. Me vais a perdonar, pero quien sigue empeñado en ver los partidos gratis, con cortes y una resolución cuestionable, está haciendo el primo.

Estoy convencido de que todos vosotros y yo estaríamos dispuestos a pagar 160 euros al año (y bastante más) a una web que nos permitiera descargar las mismas series que había en TusSeries si esa web estuviera actualizada, tuviera las novedades poco después de su emisión en televisión y funcionara bien y sin impedimentos absurdos. Pero claro, en este país lo que quieren es quitarnos la pasta en aras de la cultura. Lo de ofrecer alternativas no se contempla.

Así que mi mujer y yo esta vez sí que nos hemos sentado en la sala de estar para decidir que se acabó nuestro gasto en cultura. El presupuesto en cine, cómics, libros, manga y DVDs se va reducir drásticamente. A partir de ahora, toda lectura será descargada, toda película vendrá subida en una mula y peinaré Internet sin descanso para encontrar de dónde bajar el siguiente capítulo de la serie que sea. La cultura de este país no me da alternativas, solo me cierra puertas mientras intenta quedarse con mi dinero a cambio de muy poco. Los medios de comunicación llevamos años rompiéndonos la cabeza para buscar un nuevo modelo de negocio. El que se empeñe en seguir con los viejos formatos está muerto. Lo malo es que muchos quieren morir matando.

¡Viva el Game Pass y la oferta cultural accesible y hecha con auténtico sentido empresarial! En mi opinión, los actuales abanderados de la cultura en España no tienen ninguna intención de fomentar la cultura por mucho que se les llene la boca de letras, su única intención es sacarnos la pasta mientras nos quede algo en los bolsillos.

Palomitas de maíz, palomitas de maíz, en Simago por un duro…

mtovarnfl@yahoo.es / twitter: @mtovarnfl