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Divertido cambio de papeles

Actualizado a

Hasta hace unos meses, el Madrid era criticado por su tendencia a jugar a la heroica, tirar de épica como norma de conducta habitual y vivir de los individualismos de Cristiano y Casillas, los dos jugadores-franquicia con diferencia del proyecto de Mourinho. El Barça se nos vendía que era un homenaje a la Novena Sinfonía de Beethoven (Himno de la Alegría), su once inicial estaba plagado de canteranos y de campeones del Mundo y Guardiola era el paradigma del seny catalán y de la exquisitez en el comportamiento. En suma, que la propaganda había instalado que el Madrid era un nido de malotes y de proscritos de la justicia moral futbolística y los azulgrana una reedición del Barça en el País de las Maravillas. Pero mira por dónde, ahora resulta que el Madrid lleva diez partidos pasando por encima de sus rivales con una autoridad impactante, deja resueltos sus duelos en clínics de 45 minutos y los rivales que se encuentran a su paso firman goleadas que, por humillantes que parezcan, podrían haber sido de peores consecuencias para ellos. Cristiano juega para el equipo, lo que no le impide quedarse a las puertas del record del entrañable Ronaldo, El Gordito. Además, se lesiona Di María y Arbeloa te da dos asistencias de lujo; desde que juega Ramos de central el gran Casillas disfruta de permiso de vacaciones; Xabi Alonso ya tiene al bueno de Sahin al lado para poder darle una tregua y el pugilato Benzema-Higuaín, da al Madrid numerosos beneficios dado que se alterna goles y titularidad sin restar un ápice en su hambre y en su rendimiento. Y qué demonios, el Madrid juega al fútbol como los ángeles. Acelera, pone pausa (la posesión ya es suya), domina los tiempos de los partidos y enamora con su plasticidad y contundencia en todo lo que hace. Es el MADRID TOTAL.

Por su parte, vemos a ese Barça del tiqui-taca fajarse como jabatos en San Mamés, logrando firmar un empatito ante el grandioso Athletic de Bielsa. El gol agónico y afortunado de Messi llegó, como casi siempre, con superioridad numérica en el campo. Otro empate que deja dos puntos en el camino, como ante Real Sociedad, Valencia y Sevilla (y no me olvido del 2-2 con el Milán). Lo curioso es que los culés festejan ese sudor y ese sufrimiento para sumar un puntito. Justo lo que nos criticaban a nosotros. Ahora es Valdés el que sale en las portadas con glamour y una chica-cañón a su lado (su esposa) o Cesc el que se mete en una trifulca dialéctica hasta desquiciar a un caballero como es Kanouté. Son ellos los que sufren la bronca por las declaraciones de los desairados Ibrahimovic, Bojan y Touré. Son ellos los que se benefician, una vez más, del enésimo error arbitral (¡penalti a Iraola no señalado!). Son ellos los que dan cortes de manga y los que se buscan teorías kafkianas para explicar qué quería decir Messi con esos tres deditos que se supone iban dedicados a un policía de Casteldefells... Lo siento pero la realidad es la que es. Más de 120 millones de asiáticos se han afiliado a la religión blanca y Cristiano exhibe orgulloso esa Bota de Oro que, habrá que recordar de nuevo, la ganó él y sólo él. El portugués tiene toda la razón. Lo suyo son goles, no votos. ¿Entiendes, Leo?