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Como si el Rey pide dimisiones

Actualizado a

Que el presidente de un país pida la dimisión de los responsables de la preparación del equipo olímpico no es muy normal. Como si aquí el Rey, pues estamos hablando de Rusia, cuyo presidente es el jefe de Estado, dijera que de Alejandro Blanco y Eduardo Roldán para abajo, todas las personas con responsabilidad en los resultados de los Juegos de Vancouver tendrían que dimitir. Lissavetzky no haría falta. Como cargo político que es, sería cesado al instante por Zapatero. Pues todo eso ha pedido Medvedev; su primer ministro, Putin, ya se encargará de que sus deseos sean cumplidos. Según se desprende de las palabras de Medvedev, el undécimo puesto de Rusia es producto de que las costumbres se han relajado.

La verdad es que desde el desmembramiento de la URSS, Rusia ha ido a menos en los Juegos de Invierno. De primera en el medallero en los Juegos de 1994 -aún bajo los efectos de la extinta URSS-, a tercera en 1998, quinta en 2002, cuarta en 2006 y ahora undécima. En Vancouver ha habido batacazos mayores, que Finlandia jamás había sido 24ª, pero Rusia organizará los próximos Juegos de Invierno y Medvedev no quiere exponerse a hacer el ridículo en su propio país. Lissavetzky también admite un mal balance para España, pero en su caso la sangre no llega al río. Hace bien. No hay ningún escándalo social porque hayamos vuelto de vacío, y tampoco es cuestión de que cada medalla nos salga por una millonada.