Las cámaras están a debate

Sergio Sánchez nos descubre su cámara hipobárica. Cuando se mete en ella es como si viviera en altitud, lo que aumenta su resistencia. Sánchez es un atleta leonés de 27 años hasta ahora poco conocido por tener su palmarés vacío de medallas en los grandes campeonatos, si bien el año pasado rozó el podio en los Europeos de pista cubierta. Ahora está en vísperas de dar el salto, porque en los próximos Mundiales en pista cubierta (Doha, 12-14 de marzo) va a ser uno de los favoritos en los 3.000 metros. En esta distancia estableció hace dos semanas el récord de Europa y la cuarta mejor marca mundial del año, a 66 centésimas de Kiprono, a 63 de Tariku Bekele y a 39 de Mutahi, atletas que lo mismo no aparecen por esos Mundiales.

Dormir en una cámara hipobárica no se considera método de dopaje, por lo cual tampoco está prohibido. Sánchez utiliza todos los elementos permitidos a su alcance e incluso invierte en ellos para aumentar su rendimiento. La cámara le ha costado 4.500 euros, y a cambio los riñones le producen más eritropoyetina (la EPO endógena) para compensar la disminución de oxígeno en el aire. El resultado es el aumento de glóbulos rojos, que son los que llevan el oxígeno hasta los músculos para que produzcan energía. La ecuación es sencilla: +EPO=+glóbulos rojos=+oxígeno=+energía. Tan sencilla pero a la vez tan artificial en el caso de las cámaras que el debate está servido: ¿se deben prohibir? Los médicos del COI lo están estudiando.