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Llull hace bello el baloncesto

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El Madrid pasa de sentirse prácticamente eliminado de la Euroliga a verse en puestos de clasificación; el Baskonia viaja a Rusia con la soga al cuello y vuelve vivo; el Barcelona va de equipo tremendo y en Atenas se vio a punto de quedar igual que el Madrid y el Baskonia: dos victorias y dos derrotas. Quien salió mal parado en la jornada es el Unicaja. Aíto sufre la maldición del ex seleccionador. Valga este preámbulo para significar la igualdad que hay en el baloncesto. O más que igualdad, irregularidad en los jugadores. Irregularidad debida quizá a los cuadrantes de los entrenadores, que aplican a rajatabla las rotaciones. Messina bien que lo sufrió. Fue quitar a Lavrinovic a los siete minutos porque tocaba y se acabó Lavrinovic y hasta el Madrid.

Lavrinovic lo estaba haciendo francamente bien. Siete puntos en siete minutos situaba a su equipo por delante 13-11. Si un jugador está en racha será mejor no tocarle, pero las rotaciones mandan. Cuando Lavrinovic volvió a salir no anotó más, y ya es difícil, que se trata de anotar algún punto no de marcar goles. Pero ahí estaba Llull al rescate. Cuando juega Llull, todo es posible. Se acaban las tácticas, se rompen las ataduras y se hacen presentes la inspiración y el talento. Hasta Tomic se lució y a su estilo hizo olvidar a Lavrinovic. Bendita anarquía que acaba con esa pizarra que maniata a los jugadores. Al final todo se reduce en que entre la canasta, y si se deja a los jugones que hagan lo que saben, hasta convierten el baloncesto en un espectáculo.