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Hay vida después del fútbol

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Hace tiempo que el monocultivo del fútbol fue remitiendo en España. Situaría el momento después de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ganamos veintidós medallas en once deportes diferentes. Ninguna nos pasó desapercibida, porque llevábamos bien la cuenta. Jamás nos habíamos visto en ésas. A partir de entonces el fútbol no es que perdiera protagonismo, pero sí que otros deportes comenzaron a dejar de ser extraños a golpe de éxitos. Ejemplos relevantes son la Fórmula 1 y la natación sincronizada, que nos han llevado a saber de coches tanto como el mismísimo Alonso y a que Gemma Mengual sea una persona de gran popularidad. También a que ciudades como Ciudad Real disfruten y se hayan situado en el mapa gracias al balonmano.

Había que ver ayer Ciudad Real. Como si el equipo jugara la final de la Champions. Para Ciudad Real el balonmano es como el fútbol para otra ciudad, y ayer la Liga estaba en juego frente al Barcelona. Que haya ciudades que vibren, que sientan pasión por otros deportes que no sean el fútbol, como sucede también en Vitoria con el baloncesto o Logroño el próximo mes con el tenis, donde recibir la Davis será todo un acontecimiento, es síntoma de que las cosas nos van bien, de que el fútbol no abarca absolutamente todo. Ciudad Real ha apostado por el balonmano y el rosario de títulos que ha llegado al club en los últimos años ha convertido este deporte en referente de la zona. En Ciudad Real no hable de fútbol, hable de balonmano.