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La madre de todas las finales

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Cuando Messina llegó al Madrid no prometió títulos. Lo que prometió fue que el equipo lucharía por ellos. Promesa cumplida. Cumplida con tanta holgura, con tanta autoridad (a ver quién es capaz de dejar al Baskonia en 50 puntos), que el madridismo ya se ve campeón ante un rival que hace tan sólo 24 horas reconocía muy superior. Messina ha devuelto la confianza y la ilusión. Hoy de nuevo el Madrid va a jugar por un título. Tan fácil no debe de ser cuando se ha pasado dos años enteros sin hacerlo. En 2008 quedó eliminado en la primera eliminatoria de la Copa, de los playoff por la Liga y en el top-16 de la Euroliga; en 2009, en la siguiente ronda de las tres competiciones. Por eso Florentino fichó a Messina, para devolver el prestigio al club.

El primer paso ya está dado. Tal y como se vio ayer al Madrid, podemos estar ante la madre de todas las finales. El Barcelona tiene un equipazo; el Madrid, después de su exhibición, aún mejor. Porque ya no se trata de las individualidades. Comentaba ayer que en el baloncesto actual no hay que fiarse de las actuaciones prodigiosas de nadie, porque tan pronto hoy maravilla como mañana defrauda. ¿Dónde estaba ayer San Emeterio? ¿Incluso Jaric y Llull en el soberbio partido de su equipo? Messina apuesta por el bloque, por las rotaciones, por el ritmo, por la intensidad. Y si entonces también se hacen presentes Lavrinovic, Kaukenas, Velickovic, hasta el desaparecido Hansen, esa máquina de Messina no hay quien la pare. La fiera se ha despertado.