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Pasó lo que tenía que pasar

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A pesar de haber llegado con el número uno bajo el brazo, a pesar de haber sido el responsable de que se pintase en los McLaren de este año 2007, con el consiguiente impacto mediático y financiero en el equipo de Ron Dennis, a pesar de haber sido el único piloto que sacó de quicio al mismísimo Michael Schumacher, no le trataron en consecuencia. Desde que llegó a McLaren, Fernando Alonso siempre tuvo la intención de agradar a su nueva empresa, sobre todo a sus dirigentes. Se cortó el pelo como nunca, ajustó su imagen a la de McLaren y hasta cambió el color de su casco para que sintonizara mejor con los del coche. No hubo mucho agradecimiento por parte de su equipo por todo ello. Y cuando las cosas ya habían cambiado entre piloto y escudería, los cabellos largos y hasta la barba aparecieron en Alonso, como señal de protesta silenciosa.

Nada de lo sucedido era imprevisible. Estaba claro que si no había una política clara en el equipo, no se iba a frenar con firmeza el tremendo ascenso de Kimi Raikkonen, quien aprovechó el desgaste final de un grupo de gente que quiere mostrar cohesión de puertas para afuera, pero que en Interlagos vivió su peor pesadilla, el escenario más indeseable para los de Ron Dennis. Pasó lo que tenía que pasar, lo que Fernando les había advertido, porque cuando debieron frenar a Kimi en lugar de pensar en esa igualdad de pacotilla, el finlandés dio otro paso hacia un título que pronto tendrá en sus vitrinas.