Justo Premio a la Selección

Nuestro baloncesto sigue en la cresta de la ola y la entrega del Premio Príncipe de Asturias a la Selección fue motivo de recuerdo de una de las mayores gestas del deporte español. Ser campeones del mundo de baloncesto es algo que, la verdad, no parecía estar jamás a nuestro alcance. La competencia en este deporte es tremenda. Primero están los americanos, que hasta hace bien poco los considerábamos imbatibles; luego, media Europa que juega pero que muy bien al baloncesto. Tanto, que si fallan los americanos hay al menos media docena de selecciones candidatas a sucederles; entre ellas estaba la nuestra. Pero las condiciones que se dieron al final parecían insuperables. Pese a ellas se conquistó la cima.

Fueron precisamente estas condiciones las que hicieron acreedora del Premio Príncipe de Asturias a la Selección de baloncesto. No es ganar el Mundial, sino cómo se ganó. Pocas veces se ha reflejado con tanta verdad en el rostro de unos deportistas la alegría, el compañerismo, la solidaridad, la entrega, la conjura... Todos los valores del deporte encerrados en una Selección, la nuestra. Bien orgullosos nos podemos sentir de estos jugadores cuyos sentimientos en aquella lucha titánica nos tocaron el corazón. Si identificados estuvimos con ellos mientras competían en Japón, ayer no fue menos. Nosotros también les entregamos el Premio en Oviedo. Para agradecerles la lección que nos dieron.