Un récord sorprendente

Gatlin llevaba algún tiempo anunciando que el récord mundial de los 100 metros iba a caer. Lo iba a establecer, naturalmente, él mismo. A mí, la verdad, las cuentas no me salían. Cierto que, marcas al margen, es el mejor corredor del mundo; al menos, el mejor competidor. Llegaban los Mundiales, y ganaba; llegaban los Juegos Olímpicos, y ganaba. En los enfrentamientos directos con Powell, quien hasta ayer tenía el récord, ganaba Gatlin por seis a tres. Estaba claro que Powell sería más rápido, pero no el mejor. En el atletismo suele pasar estas cosas. Hay atletas que no soportan la presión de la competición y, en cambio, corren como gamos cuando no hay un título en juego. Sólo tienen que acertar con el día y el lugar adecuados.

A Gatlin le separaban nueve centésimas del récord mundial. Una barbaridad en distancia tan corta cuando se corre a velocidades que están ya al límite. Desde que el récord está por debajo de los 9.90 segundos, ninguno de sus plusmarquistas (Powell, Greene, Bailey, Burrell y Lewis) fue capaz de rebajar tanto su marca personal como lo ha hecho Gatlin. Por eso este récord me sorprende. Máxime cuando las marcas en 100 metros experimentan una regresión en general desde 2002. En las finales de 100 metros de los tres Mundiales anteriores, once atletas corrieron en menos de diez segundos; en los dos siguientes, sólo uno. Pero es evidente que este estancamiento no va con Gatlin ni con Powell. Ellos cada día corren más rápido.