Todos con Lissavetzky

Todas las asociaciones de deportistas han firmado la ley Lissavetzky para combatir con firmeza el doping. Con sus pros y sus contras. Es un buen principio. Cuando hace siete años el COI organizó la Conferencia Mundial para solicitar la ayuda de los gobiernos y crear la Agencia Mundial Antidoping, ciclismo, fútbol y tenis firmaron la declaración con reservas. Que ahora en España los representantes de los deportistas se hayan adherido sin reservas a una ley que castiga incluso con la cárcel a los inductores del doping es para felicitarse. Al igual que el CSD respetará los derechos de los deportistas, espero que sus representantes cumplan con el compromiso firmado, esto es, llegar hasta las últimas consecuencias.

Rodríguez, por ejemplo. Rodríguez fue ciclista profesional. Ciclista profesional en la época que la EPO era de libre circulación por ser indetectable en los controles. Rodríguez es ahora el presidente de la Asociación de Ciclistas Profesionales. Ha firmado, en nombre de sus representantes, un convenio de asesoramiento con el CSD sobre la futura ley antidoping. Rodríguez sabe, o debe de saber, lo que no está en los escritos. Quiero pensar que Rodríguez ha cambiado, que ya no es ese presidente que pasó una nota por el pelotón condenando las revelaciones de Manzano, sino una persona dispuesta a colaborar para que los ciclistas dejen de morirse y de envenenarse. Si es así, la firma de Rodríguez puede salvar muchas vidas.