Guariniello, el fiscal incómodo

Rafaelle Guariniello trabaja en una pequeña oficina de la quinta planta del Palacio de Justicia de Turín, en el 130 de la calle Vittorio Emanuele. Le ayudan una secretaria, Celona Melina, y dos policías anti-droga y anti-mafia cuyos nombres no se pueden revelar. Desde que comenzaron sus investigaciones, en agosto de 1998, han contabilizado un total de 32 ex jugadores muertos por relación directa o indirecta con el llamado mal de Gehrig, entre ellos tres ex de la Fiorentina de los años 70: Saltutti, Beatrice y Ferrante, y tienen otra lista con otros 34 ex futbolistas que están afectados.

El mal de Gehrig, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), está relacionada con el consumo abusivo de fármacos como cortex, micorem, esafosfina o voltarem, que tomaban mezclados con agua azucarada o con café. La activación de una proteína llamada P-38 está ligada a la ELA, según los estudios del laboratorio de neurobiología molecular del Instituto Mario Negri, de Milán. Guariniello lo sabe y no ceja en su empeño de acabar con el uso de fármacos entre gente sana, como son los deportistas. "Los fármacos son para los enfermos", repite para explicar su cruzada. Sabe que la ELA ha atacado cinco veces más entre los ex futbolistas que al resto de los mortales. Y se pregunta: ¿Por qué entre los jugadores y no, por ejemplo, entre los pilotos, los panaderos o cualquier otro gremio o profesión? Las evidencias apuntan a que estos toman el café sólo o con leche, pero nunca mezclado con el cortex, la corteza suprarrenal de origen animal.

Pero Guariniello no se ha hecho popular en su país por ese trabajo tan minucioso y tan valioso, sino por su investigación del llamado caso Juve. La Juventus es el equipo de Italia, y no ha sido bien entendido que él haya probado que consumió EPO y creatina. Pero el proceso Juve ayudará a sacar el fútbol de la farmacia, como denunció Zeman. En la actual Juve hay tres jugadores que vivieron aquella etapa: Ferrara, Del Piero y Tacchinardi. También Zidane, hoy en el Madrid. Lo que no quiere Guariniello es que, dentro de 20 o 25 años, aparezca una enfermedad misteriosa relacionada con, por ejemplo, la EPO, y se le ponga el nombre de un célebre deportista de los de hoy en día.