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Con 'G' de gordos y de goleadores

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Lo de llamar gordo a según quién tiene mucho peligro. Le pueden llamar gordito a Ronaldo, y responde con goles. O quizá a otros les parezca más gordo Ailton, el brasileño del Schalke, que el otro día hizo un hat-trick y que ya ha salido máximo goleador de la Bundesliga, que no es moco de pavo. Algunos, por su estructura ósea, pueden parecer gordos. Eso le pasó a Maradona antes de ponerse orondo de verdad. En Argentina, a los jugadores con esa estampa les llaman morrudos. Son gente baja pero apretada, corpulenta. Como Diego era antes y pretende quedarse ahora con la ayuda del quirófano.

Pero de la misma manera que si busco gordos entre los arietes los encuentro, tengo que confesar que me cuesta más hallarlos entre los porteros. Un portero gordo no entra en los cánones, porque a los guardametas se les supone agilidad, por encima de otras virtudes. Si a un delantero centro le sobran algunos kilos pero también calidad, ¿quién le quita? Ahora, un portero gordo no da el perfil, para qué engañarnos. Digamos que un goleador gordo es un tanque y un portero gordo es un armario, en el argot del vestuario. Miro la foto de Kenny, el portero del Sheffield United, y veo una cara gorda. Miro su ficha y dice que pesa 115 kilos. Junto lo que veo con lo que leo y encuentro lo que buscaba: un portero gordo. ¡Bien!