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El deporte es para enfermos

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Llegan los corredores al Tour y se echan en falta unos cuantos: Millar, algunos compañeros suyos del Cofidis, todo el Kelme... No han dado positivo, no están sancionados, pero el Tour no les quiere. El Tour ha decidido en esto del doping jugar con ventaja. Como al doping no se le puede derrotar por lo civil, puesto que hay fármacos indetectables, lo hace por lo criminal. ¿Qué hace entonces? Tomar la iniciativa y no invitar a su carrera a los ciclistas o equipos sospechosos. Razones quizá no les falten. Hay que darse cuenta de que las gentes del ciclismo, sobre todo los directores tramposos y los médicos corruptos, nos intentan hacer creer, con sus excusas, de que éste es un deporte apto para enfermos.

Veamos. Consideran de lo más normal que un ciclista sea asmático, tenga un hematocrito superior al 50% y un índice de testosterona de más de 6. Para ello presentan cuantos certificados sean menester y pretenden dar una sensación de normalidad a lo que no es. Quien presente estos cuadros clínicos lo que tiene que hacer es irse al hospital, no competir contra gente sana. Pero por lo visto nos quieren hacer creer que el deporte es una actividad para enfermos. Aquí hemos tenido casos recientes. A Gurpegui le salió una analítica disparatada y su médico, en vez de alarmarse, le dijo que estaba sanísimo; Gorka González, ayer también estaba sano para sus médicos, pero su caso, sencillamente, no coló.