Un buen día
Aunque no me haya levantado a las 10 ni me haya tirado en la cama más de tres cuartos de hora, también ha merecido la pena.
Siempre que hablamos de un buen día, inevitablemente me viene a la mente esa canción de Los Planetas. Y hoy, aunque no me haya levantado a las 10 ni me haya tirado en la cama más de tres cuartos de hora, también ha merecido la pena. No ha sido el último madrugón de la edición, porque ese llegará cuando viajemos de vuelta para España (vía París), pero hemos descubierto un vivac completamente diferente que casi parecía haberme adelantado las vacaciones. Estamos ubicados en un paseo marítimo y cuando llegue a casa, precisamente la playa será mi próximo destino. Porque para todo mal, el mar. Y para todo bien, también.
Hoy tocó la segunda parte. Todo fue bien e incluso más de la cuenta. Pero de vez en cuando no está de más malacostumbrar a la gente. La adrenalina invadió el principio del día y con los deberes ya hechos y a punto de celebrar un Dakar, la llegada de Sainz al vivac fue inmejorable. Lucía una puesta de sol que acompañaba el momento pero sobre todo, el recibimiento lo iluminó una sonrisa al más puro estilo Márquez tras la primera vez que probó la Ducati. Son de esas que dicen cosas y aunque en los dos casos hubo pocas palabras, las caras fueron más que suficientes para entenderlo todo. Fue un buen día.
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