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F1 | TEST BARCELONA

"No se puede correr así..."

El porpoising, consecuencia del efecto suelo, monopoliza los debates en el paddock. Ingenieros y pilotos comentan qué hace y cómo se combate.

Barcelona
Daniel Ricciardo (McLaren MCL36). Barcelona, España. F1 2022.
LLUIS GENE

"El Ferrari bota en las rectas, lo vimos en el filming day. Fíjate bien". Así se puso uno sobre la pista, pero basta con echar unos minutos en el final de la recta de Barcelona para corroborar que los diez coches de la parrilla sufren, en mayor o menor grado, del mismo mal en esta pretemporada: en alta velocidad, el coche bota. Es perceptible para el ojo humano y exagerado en algunas tandas concretas de ciertos monoplazas. Llama mucho la atención y los ingenieros están echando horas para intentar disimularlo o resolverlo. Lo han bautizado como porpoising, quizás por el salto que hacen en el agua los focénidos, porpoises en inglés, un mamífero acuático similar a los delfines.

¿Qué sucede? Los coches de 2022 ruedan muy cerca del suelo para maximizar el efecto de succión que genera esta nueva aerodinámica. El problema sucede cuando en las rectas más largas la altura del coche varía por las fuerzas a las que se ve sometido el chasis. Entonces, se pierde de golpe succión, o la carga aerodinámica, y la suspensión cambia bruscamente de altura y bota. No es normal, pero sí una tendencia en esta nueva generación de coches de la F1.

AS le ha consultado a varios pilotos en conversaciones informales. ¿Se nota al volante? “¡Claro que se nota!”. También a ingenieros del paddock, que aportan las explicaciones técnicas necesarias para comprender el proceso. "El problema es que no sabemos qué sucedería en un coche si durante las 60 vueltas de una carrera, bota en todas las rectas", dicen. El riesgo es que se dañe la fibra de carbono y, a medio plazo, se rompan piezas de la carrocería o la suspensión. Otros son más tajantes: "Hay que resolverlo porque así no se puede hacer una carrera".

¿Y cómo se soluciona? De entrada, lo que están haciendo los equipos es levantar la altura del coche para evitar que la succión se convierta en rebote. De esto surge otro inconveniente: se pierde carga aerodinámica y rendimiento. De ahí se desprende que los coches que menos botan no son necesariamente los más rápidos, sino quizás los que más han levantado sus monoplazas. Se cuenta en Montmeló que Haas, uno de los más damnificados, ya no puede elevar más la altura de su VF-22. Siempre se teme que cualquier vacío legal dé una ventaja a un fabricante ante un cambio de reglas tan extenso, pero en este caso lo que ha aparecido no es un punto fuerte, sino un punto débil del propio reglamento que habrá que atajar antes del GP de Bahréin.