"He demostrado que puedo sacarme del agujero"
Daniel Ricciardo (Australia, 32 años) se sincera en AS tras una temporada compleja que le llevó a sufrir como nunca con McLaren y a ganar en Monza.
El mayor damnificado de la era Mercedes, uno de esos campeones sin corona de la F1 que se bajó de un coche ganador para alejarse del Clan Verstappen y regresó a la victoria, en Monza 2021, por el camino más largo, con McLaren. Daniel Ricciardo (Australia, 32 años) se entrevistaba hace pocos días con la célebre presentadora Ellen DeGeneres (100M de seguidores en Instagram), ahora lo hace con AS en el paddock del Hermanos Rodríguez.
—El episodio de Netflix que resuma su año va a ser entretenido…
—Sí… el 2018 fue difícil a partir de Mónaco, pero el inicio de 2021 resultó aún más complicado. Salir de todo aquello y que sucediera lo de Monza hace que esa victoria sea más especial aún para mí. Tuve que esperar mucho para esto. Sin ser muy dramático, diría que tuve los peores malos momentos para encontrarme después los mejores momentos buenos.
—¿Cuál era el problema?
—Este año he descubierto algunos de mis puntos fuertes. En el pasado pilotaba por sensaciones y era rápido, pero ahora me he dado cuenta de cuáles eran mis ventajas porque no podía utilizarlas en el coche. Hablo de técnicas a la hora de entrar en curva que no me funcionaban aquí. Lo que me hacía rápido era la razón por la que sufría. Y al contrario, a Lando (Norris) le iba muy bien. Es un buen piloto, pero además podía explotar áreas en las que yo me perdía.
—¿Cuándo se recuperó?
—Fue gradual. Llevó más tiempo de lo que hubiera querido. Conforme más pilotas, poco a poco pierdes tus costumbres antiguas y tomas nuevos hábitos. Al mismo tiempo, si pilotas todos los fines de semana entras en una rutina que no es buena. El parón de agosto fue bueno para mí, como si se tratara de psicología inversa. Descansé, me tomé mi tiempo y a la vuelta todo resultó natural. Es raro, quizás sea cosa mía o le sucede a más pilotos. Soy muy sensible con el coche y puede que demasiado cuando las cosas van mal.
—¿En algún momento pensó que había dejado de ser rápido?
—Hubo días, sin duda, en los que… no es que pensara que ya no era rápido, pero no tenía las respuestas. Cuando eres un poco más lento ves que pierdes décimas en una curva u otra y no te falta confianza, pero hubo situaciones este año en las que no entendía el porqué. Te cuestionas todo, ¿estaré comprometido? En el fondo sabía que sí, no me asusto, pero claro que te haces preguntas porque necesitas respuestas.
—Desde fuera parece que siempre se divierte…
—Siempre tengo actitud positiva cuando vengo a las carreras porque es otra oportunidad. Pero en algunas de esas malas carreras, en vez de acostarme el domingo y olvidarme el lunes, la sensación amarga me duraba más de lo habitual. Mi actitud positiva la utilicé como motivación una vez superaba los momentos tristes. Me daba cuenta de que quería seguir. En esos días piensas: ‘vale, odio este deporte’. Pero lo que siento después me recuerda cuánto me gusta. No estoy ni siquiera cerca de querer dejarlo.
—¿Le preocupaba no estar a la altura de las expectativas?
—Es duro. No quiero parecer egoísta, pero a nadie le molestaba más que a mí. Andreas (Seidl) no me haría sentir peor aún, pero no es el ambiente que quería. Siempre he logrado buenos resultados, nunca he sido ese piloto que está en la mierda. Y es una mierda, tú quieres devolver el favor, él (Andreas) tuvo fe en mí y quieres devolverlo. ¿Por el dinero? Nos pagan bien, claro, y cuando no estás a la altura te sientes mal. Quieres que valga la pena y que el equipo recupere cada céntimo que se gasta. Eso también influye, seguro. Afortunadamente, Monza pagó todas las deudas (ríe). Incluso cuando vas a la fábrica, es mucho más fácil entrar después de una buena carrera. Si no, siempre sientes una parte de la responsabilidad. No digo que les hayas fastidiado el fin de semana, pero sí que no has contribuido a que su gran premio sea bueno.
—Dice que la victoria en Monza lo compensa todo. ¿De verdad lo piensa, una carrera resuelve una temporada?
—Sí. No quiero decir que no necesito ganar otra vez, pero sí hace que todos los malos días del año merezcan la pena. Demuestra al equipo que no sólo sigo teniendo lo necesario para ganar carreras, sino que además puedo sacarme a mí mismo del agujero. Si tuviera más carreras difíciles ahora, sé que serían más pacientes conmigo. Y lo han sido. Andreas puede esperar más de mí, pero nunca tuve una charla dura con él.
—Ganar con McLaren en el campeonato de Mercedes y Red Bull, ¿es mejor?
—Es increíble, eres el outsider. Esteban (Ocon) ganó con el Alpine, y no quiero desmerecerlo, pero hubo más circunstancias en esa carrera. En Monza, Max y Lewis tuvieron su incidente, pero nosotros ya estábamos delante entonces y creo que hubiera conseguido mantener a ambos por detrás en el segundo stint. Ganar en igualdad de condiciones lo hace más especial. Fue una victoria real, no fue suerte.
—¿Por qué McLaren es la apuesta correcta para el año que viene?
—McLaren es una buena apuesta, sea el año que viene o en dos años. Un equipo no puede ganar siempre, en algún momento habrá un cambio de guardia y quizás lo veamos este año con Red Bull y Mercedes. Para tener éxito necesitas a la gente correcta y creo que Andreas es uno de los tipos que puede generar un equipo ganador. Aún hay cosas que nos faltan en Woking, pero veo las herramientas que tenemos y es impresionante. Con un túnel de viento, será impresionante.
—¿Se arrepiente de dejar Red Bull?
—No. Por varias razones. Si me hubiera quedado (en 2019), no creo que aún siguiera allí este año. El movimiento a Renault no alteró mi futuro en Red Bull. No sé si hubiera crecido mucho más allí. Otros factores contribuyeron para que me marchara, sabía que Simon (Rennie, su ingeniero de carrera entonces) se marcharía, y teníamos una muy buena relación. Por aclarar, desde el corazón, en secreto, estaré muy feliz si ganan el Mundial. No pienso en lo que podría haber sido porque no iba a estar allí en 2021, conozco a más gente en Red Bull de la que conozco en Mercedes. Tomé una decisión en 2018, pero después de Monza tuve mensajes de Helmut Marko o Dietrich Mateschitz. A Red Bull le debo la mayor parte de mi carrera.
—¿Cómo recuerda su época con Max?
—Fue divertido. Hubo accidentes entre los dos, pero nunca hubo secretos entre nuestros entornos de trabajo. Recuerdo no querer darle un rebufo en Austria una vez, éramos muy competitivos, pero todo esto nos hizo ser más rápidos. Nunca dudé que tuve el mismo coche, pero en ocasiones no sentía que el punto de vista fuera el mismo y me generó inseguridad.
—¿Cómo es Max como piloto?
—Recuerdo su primer entrenamiento con Red Bull en Barcelona, salió del garaje y ya tenía la velocidad. No tiene miedo. Aunque no ganara este año, es inevitable que sea campeón del mundo en el futuro. En carrera va a por todos los huecos, veo similitudes entre su estilo y el mío. ¿Si es mejor que yo? Hasta que me retire, siempre pensaré que soy el mejor. Entonces, cuando pare, será porque ya no lo siento así. ¿Es él el segundo mejor? Probablemente sí.