Un desierto por Reyes
La visión más personal del enviado especial de AS al mítico raid que este año estrena ubicación y se celebra en Arabia Saudí.
Sinceramente, con todo el trabajo que da una jornada cualquiera del Dakar, ni te acuerdas de que estás pasando el primer día de Reyes de tu vida lejos de la familia. Y, en cierto punto, mejor que sea así… Ahora tocó cambiar un roscón relleno de nata por un panecillo con un agujero en medio hecho a mano, y los regalos de Melchor, Gaspar y Baltasar, por un puñado de arena del desierto de Oriente desde el que salen rumbo a los hogares españoles.
Esta vez en Neom, cerca de donde se ubicará la ciudad futurista que promete ser tan grande como Bélgica y de la que se puede intuir su lujo, sí que era fácil sentir que de verdad estás en un desierto. Tras un par de días en Yeda, principal destino turístico del país por delante de la capital Riad, y otro en Al Wajh, la costa norte del Mar Rojo tiene un encanto especial pese a estar, por el momento, muy despoblada.
Lo primero que sorprende al aterrizar con el avión tras la segunda odisea del Dakar (lo de los viajes da para otro diario…), es encontrar las primeras montañas de las pocas que hay en un país que es predominantemente llano. Son pequeñas y puntiagudas, pero con un carácter especial por la inmensidad de arena de la que están rodeadas. Un vista digna de admirar, aunque no sé si mejor que ver a Luca y Hugo abriendo sus regalos de Reyes…