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LA INTRAHISTORIA

Boris Johnson... y su pasado como periodista de motor

El primer ministro británico nació en Nueva York y tras estudiar en Oxford pasó por varias redacciones, entre ellas GQ y CAR donde hacía pruebas de coches.

Boris Johnson visitó la fábrica de Red Bull en Milton Keynes a principios de diciembre.
Andrew Parsons

Carisma. Esa palabra de difícil explicación define al primer ministro del Reino Unido que está decidido a cumplir su promesa del Brexit. Nacido en Nueva York en el seno de una aristocrática familia, Alexander Boris de Pfeffel Johnson no es un político al uso. Al regresar a Gran Bretaña, y tras ser operado en varias ocasiones en su infancia para insertarle tubos de timpanostomía que ayudaran en sus problemas de sordera, estudió en el elitista internado de Eton y cursó Estudios Clásicos en Oxford. En la universidad más antigua en el mundo anglófono, Johnson ya empezó a destacar por su forma de ser, su ingobernable pelo amarillo y su capacidad de generar seguimiento que le llevó a ser elegido presidente de la asociación de estudiantes con 22 años.

Tras salir de la facultad decidió virar su futuro y comenzó a trabajar como redactor en 'The Times'. La experiencia no salió como le habría gustado ya que fue despedido tras falsificar una cita sobre el supuesto amante de Eduardo II y atribuirla a su padrino, el historiador de Oxford Colin Lucas. "Tenía 23 años y estaba lleno de culpa y vergüenza porque mi metedura de pata se publicó en la portada de 'The Times', territorio sagrado para mí", llegó a reconocer en una entrevista años después. De allí pasó al 'Express & Star' de la ciudad de Wolverhampton y posteriormente al 'Daily Telegraph' donde fue corresponsal en Bruselas durante cinco años para regresar a Londres como columnista político. En 1999 fue nombrado director de 'The Spectator', cargo que compatibilizó con ser parlamentario... y con pruebas de coches para las revistas GQ y CAR.

Sus reportajes eran polémicos, algo que le ha acompañado en todo durante su vida. Menciones machistas o xenófobas eran habituales en sus pruebas de coches como cuando tras probar un Ferrari F430 escribió: "Era como si todo el condado de Hampshire se recostara y estuviera abriéndose de piernas para ser tomado por el semental italiano". La controversia que levantaba no era sólo verbal sino que a sus jefes les costó bastante dinero.

"A Boris le pagaban bien por su trabajo, pero él incrementaba notablemente los costes con su gran indiferencia por las normas. Recibió docenas de multas por aparcar en doble fila cerca de New Scotland Yard o el Royal Festival Hall. En palabras de Boris, las multas ‘se acumulaban en el limpiaparabrisas como si fueran nieve’ y a menudo tenían que enviar a alguien a recoger el coche en el depósito. Boris nunca pensó pagar esas multas, por supuesto. Era GQ quien las pagaba", revelaba su biógrafa cuando Johnson ya ocupaba la alcaldía de Londres. En 2015, con 51 años, el gran defensor del Brexit renunció a su ciudadanía estadounidense ya que hasta entonces conservaba la doble nacionalidad.