Al Kamel: pasión por el motor y maestros del cronometraje
La empresa, con sede en La Garriga, que fundó José Luis García Molina hace 16 años es la encargada de controlar los tiempos o el grafismo en la Fórmula E.
"Al Kamel Systems es una empresa que nace de la pasión por el motor que siento yo y mi gente", dice con brillo en los ojos José Luis García Molina a As. Su empresa, con sede en la localidad barcelonesa de La Garriga, se fundó en 2003 y actualmente es una referencia en su sector. "Es una empresa de cronometraje deportivo para eventos de motorport aunque muy centrados en el automovilismo", explica este expiloto de enduro y del campeonato de España de GT. Fórmula E, IMSA, WEC, 24 horas de Le Mans... cuentan con Al Kamel Systems para ofrecer los tiempos de los pilotos, los datos de telemetría a las escuderías, el grafismo de televisión o los servicios IT (búsqueda, gestión y almacenamiento de la información utilizando los medios tecnológicos al alcance de cada compañía).
Un referente en el cronometraje que dio un toque profesional a un aspecto clave de las carreras y que tradicionalmente era controlado por pequeñas empresas amateurs que no podían acercarse a lo que ofrece Al Kamel Systems. Pasión por el trabajo y hacer las cosas bien que José Luis aprendió en los 8 años que estuvo coordinando el cronometraje de Dorna en MotoGP. "Para mí el estándar de trabajo de Dorna es una referencia, por eso siempre hemos priorizado que nuestro trabajo tuviera un nivel alto. Este esfuerzo por la excelencia nos ha llevado a esto. La Fórmula E buscaba una empresa y la única que le podía dar el servicio que pretendían éramos nosotros", asegura orgulloso el propietario.
¿Y cómo fueron los inicios? "El crecimiento ha sido paso a paso. Empezamos trabajando en el Circuit de Catalunya, luego A1GP, World Series by Renault... Somos un personal fijo en plantilla en la oficina de 15 personas y luego muchos freelance dedicados 100% a nosotros en las carreras. El máximo que hemos estado trabajando en un fin de semana han sido 60 personas", explica. Ahora asentados, García reconoce que el mayor desafío al que se enfrentan es la Fórmula E: "Un ePrix es el evento más grande que tenemos básicamente porque vamos a circuitos que no son permanentes. Todas las instalaciones de control, electrónicas y de comunicaciones que encontrarías en un circuito como Montmeló aquí las montamos y las desmontamos. Es un equipo de alrededor de 30 personas que empieza a trabajar in situ en el lugar el lunes antes de la carrera y termina dos días después".
Al entrar en detalles se entiende la complejidad. Empezando por las 9 toneladas de carga que son necesarias. "En cada pista de la Fórmula E tenemos 11 puntos de control. Unos diríamos públicos que son los que se ven en las tablas de resultados: línea de meta, entrada de pitlane y los sectores; y otros que nos sirven para gráficos de televisión y control de carrera de Safety Car y otros procedimientos. Actualizamos la clasificación y los gaps (distancias) once veces cada vuelta. A veces no se percibe, pero si prestas atención verás que ese es el número de veces que se actualizan las diferencias en cada vuelta", desvela.
¿Y cuál es el mayor desafío? García no duda: "Hay factores externos que condicionan mucho el trabajo como el calendario de montaje ya que no es lo mismo un circuito que está en un parque como el de Santiago de Chile, cerrado prácticamente toda la semana previa a la carrera, que Hong Kong donde hay dos avenidas que no podemos cerrar hasta última hora. Eso supone probar con muy poco espacio de tiempo o tener que montar el cableado por la noche".
Por último, seguro que muchos lectores se hacen la misma pregunta que este redactor: ¿por qué siendo una empresa española se llama Al Kamel? Misterio resuelto: José Luis fundó la empresa en 2003 y el 50% de de su mujer, Pilar Espinar. Ella es granadina y buscaron un nombre relacionado con la ciudad andaluza. Se decidieron por el apelativo de un príncipe árabe que significa 'El Perfecto' y que protagoniza el cuento 'La leyenda del príncipe Ahmed Al Kamel' escrito por Washington Irving.
