Las satélite… orbitan en la misma galaxia
La llegada de la electrónica al Mundial ha igualado las aspiraciones de equipos independientes y oficiales, en las primeras posiciones de MotoGP.
MotoGP emergió en mitad de un binomio marcado por Honda y Yamaha que dominaba la categoría a su antojo. Las aspiraciones del resto de estructuras pasaban por los errores de las motos japonesas y tras la entrada de la electrónica al Mundial, la igualdad ha comenzado a implantarse en un campeonato, que dejó una imagen inédita al término de 2016: hasta 9 pilotos subieron al escalón más alto del podio, de la mano de 6 equipos diferentes.
Este fue el punto de partida de la máxima igualdad en la que se disputa MotoGP. El rey tiene que pelear su trono y la guerra, se vive dentro de la misma galaxia. Todas las escuderías orbitan dentro del mismo espacio y en él, todas parten de una igualdad donde la diferencia, se decide a base de milésimas marcadas por pequeños detalles. Se han estrechado lazos. Cada vez son más las aspiraciones de los equipos satélite y a medida que evoluciona el Mundial, sus posibilidades siguen en aumento a pesar, de que las monturas oficiales siempre van un paso por delante.
Después de 14 años, teniendo como antesala una época donde reinaban las 500cc, Cal Crutchlow fue capaz de colocar al piloto de un equipo no oficial en lo más alto. El último en lograrlo fue Sete Gibernau con el Movistar Honda durante tres citas de la temporada 2004 y pese a que en el caso del británico no duró mucho la alegría, sí lo hizo lo suficiente como para demostrar que, en la actualidad, ellos también son una opción a tener en cuenta cuando el semáforo se apaga. Que las estructuras independientes se han unido a la pelea de las oficiales es algo incuestionable. Sin embargo, la duda pasa por saber hasta qué momento del curso son capaces de mantener el nivel.
En la última edición, tres satélites se hicieron un hueco entre las ocho primeras posiciones de la tabla. Zarco, Crutchlow y Petrucci igualaron sus monturas junto a las de los más rápidos, e incluso fueron capaces de plantar cara a motos oficiales como la Ducati de Lorenzo, la Suzuki de Iannone o la Honda de Pedrosa. En el caso del francés, el piloto del Tech3 terminó el Mundial en la sexta posición revalidando el título de mejor piloto independiente que también logró en 2017 y el verle ahí junto a los más competitivos, demuestra que esta situación ya no es un caso aislado como sucedía en otras temporadas.
A pesar de la igualdad que se ha alcanzado, desde Dorna e IRTA siguen trabajando por conseguir un Campeonato mucho más disputado. Carmelo Ezpeleta destacó la importancia de que “los pilotos satélites sean también competitivos” y la ambición les ha llevado a suministrar a todos los equipos una Unidad de Medición Inercial estándar para esta temporada, revolucionando el curso con un nuevo cambio técnico mediante el que se pretende ajustar el panorama todavía más. Hace tiempo que MotoGP ya embarcó en esta dirección y los resultados de las últimas temporadas, son el reflejo de ello.
Ya no resulta extraño encontrar pilotos independientes en la primera fila. Tampoco ver cualquier montura de un equipo satélite liderando una prueba y de hecho, el gran rendimiento de estas marcas, ha logrado que quienes se unen a ellas comiencen con una gran dosis de motivación alimentada por los avances que se han logrado en los últimos tiempos. Para este curso, la guerra entre los privados se disputará sobre dos Honda, Yamaha y KTM, además de cuatro Ducati. Sin embargo la lucha se está haciendo global y la capacidad de competir junto a los más rápidos da la posibilidad de no discriminar a nadie, al menos, en la pelea por las victorias. En cuanto al título, la realidad hablará durante la temporada...