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DAKAR | AREQUIPA

El Dakar de la familia Gutiérrez

Los padres y hermanos de Cristina siguen la carrera en Perú para animara la burgalesa. “Lo que más me gusta, que cuando nos ve llegar siempre sonríe”, cuenta su hermano Carlos.

ArequipaActualizado a
El Dakar de la familia Gutiérrez

Cuando Cristina desvíe la mirada en plena especial, entre dunas, y vea a toda su familia a pie de pista aplaudiendo al Mitsubishi, quizás tenga que recordarse a sí misma que no es una visión provocada por la falta de sueño y el calor. Que sí, que están ahí, recorriendo Perú como antes se han cruzado Sudamérica para verla pasar durante unos instantes o saludarla rápidamente a su llegada al vivac.

"El Dakar ya es un plan familiar, en casa se habla de la carrera durante todo el año y al acabar ellos me cuentan todo lo que han tenido que pasar. Igual me encuentro a mi padre subido en la peor duna de todo el recorrido, yo no sé cómo llegan", cuenta la piloto burgalesa sobre la expedición de los Gutiérrez que componen Fernando (el padre), Begoña (la madre), Elena y Carlos (hermanos) y a la que se sumarán tras el día de descanso Gustavo (hermano), su novia Alejandra y un tío, Carlos, que debuta.

"Yo lo pedí libre en el trabajo, mi hermana pequeña ya no tenía exámenes y mis padres también están libres este mes. Venimos a hacer el rally entero y los demás vienen a la mitad, cuando han podido cogerse vacaciones", explica Carlos, hermano de Cristina. Tienen tres coches para moverse con travesías que rondan los 900 kilómetros diarios "en carreteras infrahumanas", siguen la prueba por la aplicación móvil del Dakar y se acercan a las zonas habilitadas para espectadores, aunque si ven algún punto de control desde la carretera intentan adentrarse con los todoterrenos.

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"Es toda una aventura, cuando llegamos a España decimos que hemos hecho otro Dakar", afirma Carlos. Y todo merece la pena: "Lo que más me gusta de mi hermana es que cuando nos ve llegar después de una etapa siempre sonríe. Y se nota que nuestra presencia es una ayuda para ella, está más aliviada". Quienes peor lo pasan, como es lógico, son Fernando y Begoña, padres de Cristina. "Hay que intentar que estén tranquilos porque llevan la carrera muy a flor de piel. En 2018 lo pasaron muy mal, mi madre llegó a desmayarse un día porque veía que su hija no aparecía y eran las tres de la mañana. No sabes cómo está, si ha volcado, si necesita ayuda, pero es muy bonito cuando se emocionan cada vez que vuelven a verla". "Y este año no está siendo tan complicado porque está llegando antes, hacemos los enlaces de día", asegura.

Por ahora, aunque toca madera, ellos tampoco se han quedado atrapados en ninguna pista: "Una vez nos metimos por una etapa en Bolivia y nos enganchamos en una zona de barro dentro de un río seco, tardamos una hora en sacar el coche y encima no sabíamos nada de Cristina". A ella la notan "muy consciente de que es una nueva etapa" con el prototipo de Sodicars: "Notamos que está algo más seria ahora, pero sobre eso no nos comenta mucho porque es reservada con esos asuntos".

Ha habido momentos duros, como cuando hace un año creía que estaba fuera de la carrera tras acabar de madrugada y no podía dejar de llorar, pero también felicidad con cada etapa terminada y con las dos ediciones que ya completó la burgalesa, de 27 años, la primera española que lo ha logrado en coches. Es entonces cuando se hacen la foto de familia con la medalla de finisher, en una semana esperan tener lista la de 2019. Mientras tanto, ella seguirá progresando con el Mitsubishi y ellos vivirán aventuras de las que podrán hablar durante todo el año, aunque ya pensando en el próximo: "Mi hermana hace que el Dakar sea más cálido para todos, y espero que siga siendo así".