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F1

La amenaza de un "muy buen" motor Honda sobrevuela la F1

Red Bull comenzó a desarrollar su coche de 2019 antes que Mercedes o Ferrari. La comunicación con los japoneses, dicen, es "excelente".

Actualizado a
Los mecánicos de Verstappen trabajan con el Red Bull.
MARTIN BUREAU

Es la gran incógnita de la Fórmula 1 para 2019: saber si el motor Honda estará a la altura de Red Bull. Hay motivos para desconfiar después de tres años decepcionantes junto a McLaren y un primer curso con Toro Rosso que tampoco fue una revolución, pero si el equipo de Milton Keynes apostó por el motor japonés es porque tienen datos, referencias, que les permiten ser optimistas. "Espero a Red Bull (el año que viene) porque hablan muy bien del motor Honda", se le escapaba recientemente en Italia a Aldo Costa, ingeniero jefe de Mercedes.

Red Bull decidió apostar por Honda después del GP de Canadá, en junio, cuando incorporaron una evolución que en Toro Rosso entendieron como satisfactoria. Es cierto que los dos coches de Faenza han utilizado más motores, MGU-H y MGU-K que el resto de monoplazas, lo que no habla bien de la fiabilidad, pero también es cierto que no tenían mucho que perder con las penalizaciones y sí presiones para acelerar la evolución. "Algunos de esos cambios han sido tácticos, no por la fiabilidad, sino por el desarrollo", aclaraba Christian Horner, que durante la segunda parte del año ha incidido constantemente en que confían en lo que ven, "en la inversión que están haciendo, en las cualidades del personal y en que las cosas se mueven en la dirección correcta".

En cuanto a Red Bull, desde que terminó el verano volcaron los esfuerzos de la fábrica en el coche de 2019 y en adaptar su chasis a un nuevo motor con comunicaciones constantes y "excelentes" entre Milton Keynes y Sakura, algo que no es tan sencillo. El principal interlocutor de Honda es Masashi Yamamoto, su jefe en el campeonato. En las últimas carreras de la temporada, curiosamente cuando se vio el mejor Red Bull del año y por delante de Mercedes y Ferrari (como Austin o Brasil), pudieron utilizar pequeñas mejoras más pensadas para 2019. "Cualquier actualización que podamos introducir y de la que podamos aprender la llevaremos a la pista", advertía en verano Horner.

La clave del éxito, no obstante, estará en la parte trasera del coche totalmente rediseñada para la campaña próxima: el motor Honda, la caja de cambios y la suspensión trasera serán idénticos para Red Bull y Toro Rosso el próximo año. Su teórica ventaja: comenzaron a trabajar en el nuevo monoplaza antes que sus rivales porque pronto quedaron rezagados en la clasificación, y desde el principio lo hicieron pensando en que debían integrar el propulsor de Honda. No han tenido que cambiar planos.

Es lícito dudar de Honda por motivos deportivos, pero McLaren tampoco dio el salto que esperaba con Renault, en parte porque desde muy pronto abandonaron el desarrollo del coche de 2018. Aunque las caras de aquella triste alianza ya no están por el paddock: Boullier y Goss dejaron Woking, antes se fue Ron Dennis, y Arai y Hasegawa están fuera del proyecto nipón. Han cambiado muchas cosas en la casa japonesa, pero la apuesta de Red Bull parece una de las más arriesgadas de la última década en el automovilismo. Se habla de inversiones, de fiabilidad, del talento de Verstappen... pero todo es una incógnita y depende del acierto de Honda.