Julián Villarrubia: del autobús de Valencia al reto del Dakar

En Valencia tiene otros problemas. En Valencia, Julián Villarrubia maneja otra máquina, nada que ver con la Yamaha JVO 450 que ahora trata de llevar a buen puerto (que no es otra cosa que Valparaíso, etapa final) en el Dakar. En Valencia, Julián es conductor de autobús, mientras que en Argentina y Chile trata de cumplir el sueño de acabar una carrera que nació torcida ya en la primera etapa. “Durante los primeros 40 kilómetros todo iba normal, hasta que me quedé sin sistema de navegación por una avería eléctrica. Esto me hizo usar el manual que durante los 10 siguientes kilómetros iba más o menos bien. El problema siguió porque debido a los baches, ya que este tramo era muy trialero, se empezó a caer el soporte por no ir bien soldado, por lo que… ¡adiós araña!”, comentaba Julián. ¿Resignado? No, el piloto conquense (11-11-1976) pretende luchar hasta que las fuerzas le digan adiós.

Aquella primera etapa la acabó remolcado por otro piloto, con una soga que llegó a romperse cuatro veces. Desde entones, no le ha quedado otra cosa que apretar los dientes. Lucha en motos (es 71º) y además ejerce de mochilero del polaco Rafal Sonik, que tras abandonar Marcos Patronelli, busca el título. Anteayer, nuevos contratiempos para Julián. “El sistema de navegación roto, la bomba de gasolina rota, estuve perdido más de una hora. Cuando llegué a meta, ASO me dice que me penalizarán por no encontrar un WP y aunque yo dije que pasé por él, estoy convencido de ello, la bandera no se bajó y para ellos fue que no lo encontré”, decía Villarrubia. Su Facebook es inequívoco de lo que está viviendo, ahí están las aes que él añade: “Una locuraaaaaaa de día y aún no acabó, ahora toca preparar todo sin más asistencia que yo mismo”.