Victoria para Vettel que deja casi sentenciado el título, pero el asturiano no se rinde y recibió el calor de la afición italiana en el podio en casa de Ferrari. El ‘cajón’ lo completó Mark Webber.
Y es que el día que Vettel dejó casi sentenciado el título, permítanme ese casi escrito con el corazón, Alonso sufrió su derrota más dulce,adorado por los aficionados, ganador en el plebiscito popular frente a su escudería a pesar de que gran parte de la prensa italiana trate de demostrar que no es tan vital como parece para su equipo. “Alonso, Alonso...”, el grito hizo felices a unos aficionados que se desviven por su ídolo, que viajan miles de kilómetros para apoyarle, para darle esa fuerza que no pierde. Pese a todo. No se rinde Fernando. Y es normal. “Escuchar cómo gritan su nombre es mejor que verle ganar”, susurraba un amigo. Y es verdad. O no... Porque lo cierto es que ayer Vettel destrozó los sueños, esperanzas que pasaban por el inicio de la remontada en este circuito de velocidades altas y escasa carga aerodinámica. Bueno para Ferrari, peor para Red Bull, decían los que saben. Mal pronóstico.
Pero... Son 53 puntos los que le lleva el líder de Red Bull al piloto estrella de Ferrari. Y quedan siete carreras. La próxima, Singapur, de lo que pase allí puede depender que el hilo que queda se rompa o se haga cuerda. Tercero fue Webber demostrando el dominio de Red Bull, incluso en casa de Ferrari. Y eso que luchan como leones, como le dijo Andrea Stella a Alonso, su ingeniero de pista, su colega. La carrera empezó con Vettel en su puesto y Alonso del quinto al cuarto, después pasó a Webber por donde era increíble, más tarde a Massa y a partir de ahí en busca del sueño. Era segundo en la vuelta ocho y ahí se quedó batallando como un samurai ante carros de fuego.