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Fórmula 1

Vettel aflojó cuando le recordaron a Senna

"Mónaco, 1988, Senna", fue el mensaje que su ingeniero, Rocquelin, le envió por radio a Sebastian Vettel para que no arriesgara buscando la vuelta rápida.

Actualizado a
IMPARABLE. La ambición de Vettel parece no tener límites cuando se pone al volante de su Red Bull.
DIARIO AS

El peligro de Sebastian Vettel no es lo mucho que ha pilotado, los tres títulos mundiales y su ristra de récords, sino lo que "aún" puede mejorar. Ese "aún" lo pone Christian Horner, jefe de equipo en Red Bull, maravillado ante la nueva exhibición del germano, esta vez en Montreal. "Él sigue haciéndose más fuerte, sin dejar de mejorar. Es un joven muy centrado y decidido, y ha logrado ya mucho en su carrera. Pero lo más impresionante es cuánto desea seguir mejorando. Obviamente, quiere lograr lo máximo posible", comenta Horner, con la sonrisa congelada por la victoria, por el dedo índice de Vettel señalando al cielo de Canadá.

Ese máximo posible puede cuantificarse en puntos, como los 132 que le permiten liderar el Mundial (con 36 de ventaja sobre Fernando Alonso), o en victorias, como las tres que ya suma este año o las once que suponen su mejor registro anual en la Fórmula 1 (2011), pero también en retos que algunos consideran menores como las vueltas rápidas. El domingo, en el Gilles Villeneuve, Seb rizó el rizo y buscó el mejor crono de carrera ya en las últimas vueltas, con el cómodo colchón sobre el segundo (Alonso, a 15 segundos) aconsejando cautela. Su ánimo competitivo llegó a poner nervioso al box de Red Bull.

"Mónaco, 1988, Senna", ése fue el mensaje por radio que le envió Guillaume Rocquelin, su ingeniero de carrera. Lo entendió rápidamente. "De acuerdo, sólo estaba bromeando", contestó Vettel, que a partir de ahí dejó de teñir de morado los cronos parciales. Horner sonríe, pero reconoce que en ocasiones, Seb les mete el miedo en el cuerpo: "Algunas cosas no nos sorprenden de él, como buscar la vuelta rápida en los últimos compases de carrera. Le dije a 'Rocky' (Rocquelin): contrólalo".

Esas tres palabras, Mónaco, 1988 y Senna, bastaron para  que Vettel dejara de exprimir su RB9 como si se jugara el Mundial en cada curva de Montreal. En 1988, Senna dominaba a su antojo en las calles del Principado y aventajaba en 48 segundos en la vuelta 55 (de las 78 totales) a su gran rival y compañero de equipo en McLaren, Alain Prost.

El piloto francés apretaba cada vez más, marcaba la vuelta rápida, y el brasileño, competitivo incluso en sueños, forzó tanto -haciendo oídos sordos a la cautela que Ron Dennis le pedía por radio- que cometió un error en Portier, donde se estrelló contra las protecciones cuando quedaban 12 vueltas para ver la bandera a cuadros. Senna abandonó y Prost ganó. El domingo lo hizo Vettel, que en aquel 1988 de Mónaco y Senna aún no había cumplido un año. Entre tricampeones anda el juego.