Montreal fue tomado por los manifestantes

Cuando le apuntó con la pistola aquel policía de casi dos metros y los dientes apretados, Elsa golpeó la puerta de la tienda Key West con los ojos puestos en la dependienta dominicana que, desobedeciendo a su jefe, abrió. Otra artesana mexicana dejó su tenderete de pendientes de hojas secas en la calle mientras manifestantes y policías vestidos con cascos, chalecos, armados con pistolas y porras se enfrentaban en la calle Saint Catherine. Habían llegado veinte minutos antes como una manifestación festiva, sólo alguna pancarta en contra del gran premio les distinguía del resto. Y sus cuadrados rojos, el símbolo de esta rebelión.

Pronto las cosas iban a cambiar, los estudiantes se concentraron frente a la zona de Crescent, la calle donde cada año los aficionados a la F-1 pueden disfrutar de actividades del gran premio. Comenzaron a gritar consignas en contra del gobierno de Quebec, de la Fórmula 1 y del aumento de las tasas universitarias. Cortaron la calle. Entonces comenzaron a salir policías de debajo de las alcantarillas, los botes de humo con gas dispersaron a la manifestantes que apenas podían respirar y se produjeron enfrentamientos.

"Nosotros no queremos ir en contra de la F-1, pero no puede ser que digan que no hay dinero y por eso nos suben las tasas mientras cada año se gastan más del que deben en montar el circuito, por ejemplo", explica Sussie. Ella pudo huir, pero su amiga Marie no tuvo tanta suerte y unos minutos antes forcejeaba con cuatro policías que la metían en un furgón. Fue una de las 39 detenciones que hubo en apenas dos horas.

Por la noche la estrategia cambió y, bajo la fina lluvia, los estudiantes decidieron desnudarse. "Nuestra desnudez es vuestra falta de transparencia", explicaban. Hugo, profesor en la universidad, considera que la F-1 es sólo una excusa: "Es bueno para nosotros porque nos permite ser vistos, pero a la gente le gusta este deporte". No todos piensan igual. "F-1, sexista, contaminante y ladrona", ponía en una pancarta en la que llamaban gángster a Bernie Ecclestone. Su portador corría delante de la policía y se refugió en un Zara. Hasta 35.000 dólares (28.000 euros) de multa le podrían caer si le hubiesen cogido. En otro punto de la ciudad, Jacques Villeneuve pedía que dejaran en paz la F-1. "Que se vuelvan a la escuela, ya les hemos escuchado", dijo con ruido de cacerolas de fondo.

Crescent recuperó la normalidad, las azafatas regalaban tequila, un grupo cantaba canciones de los Rolling y un extraño mendigo, camiseta de Harley-Davidson y rastas incluidas, pedía ayuda armado con un pequeño cartel que decía: 'Good Karma'.