Alonso no despeja el misterio en Barcelona

Brilla el sol en Barcelona, las gradas están llenas de colores en la recta principal, los más animan a Alonso, algunos a Hamilton y son varias las pancartas, benditas..., que se acuerdan del gran Robert Kubica. El ambiente invita al optimismo, a pesar de que el doble campeón español eche mano de la ironía para rebajar su teoría del vaso medio lleno. "El coche B, las grandes mejoras, ese coche que nos iba a permitir optar al podio que decían en la tele no debe haber dado tiempo a que llegue aquí, tendrán que hacer las piezas para otra carrera", explicaba. Pues vaya...

Porque la verdad es que desde el equipo Ferrari se sabía que habría una evolución muy importante en Montmeló, que la llegada a Europa iba a permitir abrir nuevos horizontes. Lo cierto es que la situación quizá no sea tan dramática como pinta Fernando. En la primera sesión de libres consiguió el mejor registro y en la segunda no pudo hacer una sola vuelta buena con los neumáticos blandos, su coche tuvo un buen comportamiento en las tandas largas y en el simulacro de carrera y, además, los tiempos rápidos salen enseguida.

Un ejemplo, en la segunda sesión de libres su primera vuelta buena con los duros terminó tercero, pese a un contravolante espectacular en una curva, y en los grandes premios anteriores en esa vuelta hubiera sido séptimo u octavo. En la segunda de libres, se quedó a algo más de un segundo y si le quitamos medio de los duros a los blandos estaría más cerca. Es verdad que, en principio, sería una sorpresa que Alonso pudiera luchar por la pole, pero también lo sería que no entrase en la Q3.

Ayer, Stefano Domenicali cumplió 47 años, el jefe de equipo que anunció que todo iría mejor en Barcelona. Creamos. "Las sensaciones son buenas", concluyó Alonso. Lo dicho, el ambiente invita al color.